lunes, 23 de noviembre de 2015

Entrevista en el blog de la Editorial Desclée de Brouwer con motivo de la aparición del libro Vincúlate

El psicólogo y psicoterapeuta José Luis Gonzalo Marrodán ha dedicado buena parte de su actividad profesional al estudio y sanación de los principales trastornos y disfuncionalidades del apego -el vínculo que se crea entre el bebé y la persona encargada de su cuidado- en los niños adoptados y acogidos.
Desclée De Brouwer ha publicado el libro “Vincúlate. Relaciones reparadoras del vínculo en los niños adoptados y acogidos”, escrito por este prestigioso profesional; una obra llamada a convertirse en manual de referencia útil para las familias de adopción o acogida y para todas las personas que trabajan en el ámbito de la protección de la infancia.




P: ¿Qué es la teoría del apego?
R: La propuesta del apego es asombrosamente simple, pero de una magnitud enorme: la presencia (permanencia) de una persona (denominada figura de apego preferente) en la vida del niño, capaz de mostrarse sensible, rápida en la satisfacción de sus necesidades y empática (el niño se siente sentido por ella) favorece la experimentación de sensaciones y emociones internas de calma, alivio, satisfacción y a la postre, la creación de un esquema mental -con respecto a sí mismo y a los demás- seguro. Las primeras impresiones que el mundo externo (encarnado en su principal figura de cuidado) transmite al bebé -el primer mensaje implícito- es que se satisfacen sus necesidades y por lo tanto, puede confiar en aquél y sentir seguridad. Por el contrario, cuidadores ineficaces, insensibles en la lectura de las necesidades del bebé e inefectivos en la satisfacción de las mismas favorecen la creación de modelos mentales inseguros. De una experiencia segura prolongada de relación interpersonal con al menos una figura adulta principal, el infante extraerá un modelo mental seguro a partir del cual se interpretará a sí mismo, a los demás y al mundo que le rodea; y además, dicho modelo contendrá la expectativa de cómo se comportarán los demás con él (en cuanto a la confianza, la seguridad y la comodidad en la intimidad que le merecen)
P: ¿Y el vínculo de apego?
R: La denominación vínculo de apego se utiliza para referirse a esta unión afectiva estable y duradera en el tiempo entre bebé y cuidador. Lo que caracteriza al vínculo de apego es la búsqueda de seguridad en el cuidador principal o figura de apego principal. Por vínculo entendemos otro tipo de uniones afectivas que el niño establecerá posteriormente en su vida con otras personas significativas: los amigos, los profesores, abuelos, tíos… Y en la vida adulta, también la pareja. El médico inglés John Bowlby fue uno de los pioneros de la teoría del apego. Bowlby enfatizó la trascendencia que tiene el mantenimiento de este tipo de vínculo entre el bebé y el cuidador para el bienestar psicológico y la salud mental del niño y del futuro adulto. Bowlby postuló que el ser humano nace con una predisposición biológica para buscar y mantener la proximidad con el cuidador, especialmente en situaciones de peligro. El vínculo de apego tiene una función diferente al de otro tipo de vínculos: asegurarnos la supervivencia. Por lo tanto, tiene un valor adaptativo.
P: ¿En qué consiste el trastorno del apego?
R: El apego puede definirse como un tipo particular de vínculo designado para reflejar el lazo o unión afectiva duradera que se establece en el espacio/tiempo entre el bebé y el cuidador. Si ese proceso -que tiene su periodo más sensible de gestación durante los tres primeros años de vida- se perturba (bien porque el niño sufre múltiples rupturas o abandonos primero de sus progenitores y después de otras figuras adultas sustitutas, bien porque hay una ausencia casi total de ese adulto que garantice la satisfacción de las necesidades del niño, o bien porque se traumatiza ese vínculo en forma de maltrato o abuso) podemos hablar de un trastorno del apego.
P: ¿Se produce mucho?
R: La gran mayoría de la población mundial (70%) desarrolla un apego seguro con su cuidador. El apego seguro garantiza un desarrollo saludable en el niño, le da seguridad y propicia que explore su entorno y despliegue todas sus capacidades. Sin embargo, hay niños que desarrollan un vínculo de apego con su cuidador de tipo inseguro. En estos casos, los niños se han adaptado a un determinado patrón relacional que el cuidador ha mantenido con ellos en el tiempo de una manera consistente. Si el cuidador se ha mostrado consistentemente rechazante o distante emocionalmente, pueden ser niños con una disposición a apegarse a los otros de manera evitativa (patrón de vinculación distanciante). Si por el contrario el cuidador se ha mostrado consistentemente intermitente en su patrón relacional, pueden ser niños con una disposición ansioso-ambivalente (no se pueden separar de la figura de apego, presentan gran ansiedad) Si, finalmente, el cuidador ha mostrado un patrón que contiene los estilos relacionales anteriores de manera incoherente y disruptiva, incluso lesionando el vínculo, el niño puede manifestar una tendencia al apego desorganizado (presentan manifestaciones de los dos tipos anteriores pero de una manera incoherente; se suele dar en contextos de maltrato y abuso sexual intrafamiliar)
P: ¿A qué edad se manifiestan los problemas?
R: Cuando el niño es pequeño, hasta los tres años, los problemas en el apego se mostrarán de una manera más conductual y sensorial. El niño evitativo, ante la proximidad o cercanía emocional y corporal, tenderá a bajar la cabeza, girar el cuerpo, mostrar menos expresividad gestualmente, más rigidez corporal, propenderá a evitar la conexión emocional… Además, mostrará una autonomía impropia para su edad. El niño apegado de un modo ansioso-ambivalente tiende hacia la desregulación emocional: muestra rabietas intensas (sobre todo cuando ha de separarse de la figura de apego) y dificultad para calmarse y ser calmado. El niño pequeño apegado desorganizadamente puede mostrar conductas de los dos tipos anteriores pero de una manera incoherente: puede tanto acercarse al cuidador como alejarse; irse a una esquina y esconderse; quedarse como congelado para momentos después empezar a corretear sin sentido. Todo esto es porque ante la impredectibilidad del cuidador y la vivencia del terror ante el maltrato sufrido no le ha sido posible desarrollar una estrategia de vinculación organizada y su comportamiento de apego es caótico y en ocasiones, puede mostrar hasta síntomas disociativos (es decir se distancia de su propia mente como una manera de defenderse de la angustia que la vivencia de terror por parte del cuidador le genera, pues ni retirarse ni apegarse ansiosamente son soluciones) Es un tipo de apego inseguro grave y se da cuando los cuidadores maltratan o abusan porque presentan incompetencias para ser cuidadores.
“El vínculo de apego es fundamental para el bienestar psicológico y la salud mental del niño”
P: ¿Cómo evolucionan estos comportamientos con el paso del tiempo?
R: En la medida que el niño crece, las estrategias, si las experiencias relacionales posteriores las refuerzan, se afianzan: los niños evitativos desarrollan la creencia de que los vínculos no son necesarios. Priman más los aspectos funcionales, racionales, las cosas y actividades por encima de las relaciones y las emociones. Su mundo interno puede ser un desierto emocional y suelen ser más bien distantes. Les puede amenazar la intimidad emocional e incluso el contacto físico. Suelen ser buenos estudiantes y se adaptan bien. Las amistades las hacen en la medida que comparten una tarea o actividad común. En clase se relacionan con el profesor a través de la tarea y no suelen presentar problemas de aprendizaje.
Los niños con tendencia ansioso-ambivalente en cambio, crecen con una gran angustia sobre si serán queridos o no. La creencia fundamental que desarrollan es la del temor y la angustia de no ser queridos y poder ser abandonados. Son niños más dependientes, prima la preocupación ansiosa por la disponibilidad del otro y el interesarse por las relaciones por encima de las tareas. Suelen tener más dependencia de los profesores, y están más obsesionados por éstos y por cuánto les aprecian, agradan o aceptan que por la tarea. Les cuesta mucho más separarse de las figuras de apego y presentan más miedos. El niño con tendencia a la evitación maximiza la independencia y minimiza la emocionalidad; y el ansioso-ambivalente, a la inversa.
El niño de apego desorganizado no puede crecer y desarrollarse desorganizadamente por lo que generará, para los cuatro años, unas defensas conducentes a controlar a la figura de apego (bien mediante la agresión bien mediante la complacencia) Para los cuatro años son menores que muestran mucha más agresividad, descontrol emocional, problemas de conducta… Algunos son diagnosticados de hiperactividad cuando el problema principal es un apego desorganizado.
P: ¿Y de adultos?
R: Lo que al principio comienza como conductas si ese patrón de apego se afianza, el niño -y posterior adulto- desarrollará un esquema mental que recoge el modo en el que se representa los vínculos y también en buena medida, le sirve para valorarse a sí mismo. Estrictamente hablando, el niño con trastorno de apego no ha tenido una figura de apego, pero los niños con apegos inseguros (evitativos, ansiosos o desorganizados) sí. El trastorno del apego lo suelen presentar con más probabilidad los menores que han sido institucionalizados a edades muy tempranas en centros u orfanatos de baja calidad y también los menores que han sufrido múltiples pérdidas de las figuras de apego (primero sus padres y después, una familia de acogida –si fracasa esta medida-. O constantes cambios de profesionales en los centros de menores) El niño con trastorno del apego puede ser extremadamente inhibido (mucho más que un evitativo, casi un desapegado) o extremadamente desinhibido (indiscriminado, puede irse con cualquier adulto y cualquier persona recién conocida .es ya cercana e íntima para él)
P: ¿Podría convertirse el trastorno del apego en una enfermedad?
R: No es una enfermedad. Incluso cuando hablamos de Trastorno del apego no debemos pensar en unaenfermedad en el sentido clásico del término. Las conductas de apego y el desorden en la manifestación de las mismas implican una alteración generalizada e intensa que puede generar desadaptación, pero no debe de entenderse la palabra trastorno desde el concepto tradicional de enfermedad. Normalmente son niños que han crecido en entornos gravemente perturbadores del proceso de creación y mantenimiento del vínculo de apego.
Los apegos inseguros con paciencia y perseverancia y disponiendo alrededor del niño y de los cuidadores (especialmente si son padres o madres adoptivos, o acogedores) de una red psicosocial de apoyo (profesionales, maestros, personas significativas de la comunidad en la vida del niño…) durante el tiempo que se precise, el menor puede ir ganando su apego inicialmente inseguro hacia la seguridad. Los apegos inseguros son disposiciones que pueden activarse o desactivarse según la situación. Por ello quizá sería más exacto decir que el apego es respecto a otro. Hay que enseñar a las familias cómo ir conduciendo un apego hacia la seguridad.
Con los menores que presentan apegos desorganizados o trastorno, el proceso es más lento y la adolescencia es una etapa mucho más complicada. El principal problema es que muchos de estos menores presentan una importante desregulación emocional, dificultades para inhibir los impulsos, problemas para planificar, organizar y secuenciar sus conductas (les falla el capitán del barco, por usar una metáfora fácil de comprender) Muchas veces son menores que tienen un modo de entrar en vinculación con los demás que genera rechazo porque no saben relacionarse o aprendieron a hacerlo de formas que pueden resultar dañinas para los otros.
Las relaciones de apego temprano se sabe que dan forma al mismísimo cerebro. Un apego seguro tiene muchas más probabilidades de modelar un cerebro organizado, armónico, eficiente en sus conexiones neurales… Un apego desorganizado altera el funcionamiento cerebral. Un autor dice que con el tiempo el cerebro del niño se parece al de los adultos significativos con los que se ha relacionado. Y si el patrón relacional es desorganizado, el niño se desorganizará. La neurociencia nos enseña que nunca se puede decir nunca. Y aunque hay casos graves que tienen muy afianzado un determinado patrón, siempre hay grados de recuperación. Hace falta una parentalidad reparadora, terapéutica.
P: ¿Es “fácil” entender a quien tiene un trastorno del apego?
 R: No es fácil entender a quien tiene un trastorno del apego. Porque la visión del ser humano hoy en día es aún demasiado patográfica (centrada en trastornos o enfermedades) Por ello, la mayoría de adultos que se relacionan con estos niños si se quedan con la manifestación externa, diagnosticarán -o pensarán- que tienen un problema hiperactivo, de comportamiento, de actitudes… Para poder comprenderles es necesario que la visión sobre el ser humano sea biográfica y relacional, esto es, que se otorgue la importancia que tienen las relaciones y el impacto del ambiente temprano en el desarrollo humano (activando o silenciando genes) Para poder comprenderles hay que preguntarles por su historia, reconocerles su dolor y lo injusta que la vida ha sido con ellos. Honrarles por lo que tuvieron que luchar y potenciar los recursos que para sanar tienen. Y entender que un entorno anormal jugó un papel decisivo en la creación de sus problemas de vínculo. Esto no está reñido con que haya que ser firmes con estos niños. Pero no sólo es un problema de límites (que también) sino de regulación emocional (ningún adulto estuvo ahí para enseñarles a regularse) y de permanencia (carecieron, sobre todo los niños de orfanatos en los cuales la presencia del cuidador era muy escasa, de esa figura adulta que necesitas para desarrollar la noción de ti mismo)
P: ¿Adopción o acogida?
R: Creo que las dos medidas son necesarias. En función de la situación personal de cada niño hay que valorar cuál es la medida de protección que mejor satisfaga sus necesidades físicas, de seguridad, de contención y de afecto. Los acogimientos suelen determinarse cuando se considera que existe la posibilidad de que la familia de origen del menor (usualmente sus padres) puedan capacitarse en sus funciones parentales. Algunos acogimientos, si pasan a la categoría de permanentes (se estima que el niño no podrá retornar a su familia biológica), suelen terminar en adopciones. En el acogimiento familiar, el menor tiene derecho a encuentros con sus padres, que pueden supervisarse o no. El acogimiento puede ser en familia extensa (abuelos o tíos del menor desprotegido se hacen cargo) o en familia ajena. En la adopción, en cambio, el niño ya no es acogido sino que pasa a ser hijo propio. Normalmente no hay contacto con la familia de origen aunque en algunos casos se plantean adopciones abiertas. Algunos menores según se acercan a la adolescencia, suelen plantearse la búsqueda de sus orígenes y pueden llegar a encontrar a la familia biológica y a desarrollar una relación. Es un derecho que les asiste. Necesitan preparase bien para hacer esta búsqueda, que es un auténtico viaje físico y emocional hacia su pasado. Lo que todo niño necesita es al menos un adulto que le acompañe y le dé permanencia, límites, regulación y seguridad. Y dicho adulto (padre, madre adoptivo/a o acogedor) ha de aceptar el pasado del niño, sus orígenes, sus relaciones, respetarlas y ayudarle con las mismas.
P: ¿Qué es la neurobiología interpersonal?
R: La neurobiología interpersonal parte de la idea de que el desarrollo y mantenimiento sano de nuestro cerebro y mente, de todo nuestro ser, depende de la calidad de las relaciones. Parte de la constatación de que el cerebro no es sólo un órgano biológico sino también y sobre todo, social. El cerebro humano está preparado desde el mismo nacimiento para entrar en conexión emocional con otro cerebro, normalmente adulto. Es la mente de un adulto la que crea la mente del niño. Si nos fijamos, la mayoría de los seres humanos que desarrollan problemas psicológicos o psiquiátricos han podido tener asociada una experiencia relacional tóxica (bullying, acoso laboral, maltrato en la pareja, maltrato infantil, rechazo por parte de otros, abandono en la infancia…) Como dice Jorge Barudy, no hay nada más perjudicial que el daño que un ser humano puede infligir a otro ser humano. El estrés tiene potencial para afectar al cerebro, desregularlo e incluso dañarlo. La neurobiología interpersonal afirma que la mente es la interfaz que existe entre el cerebro (sustrato biológico) y las relaciones interpersonales. De esa triple matriz se va desarrollando el ser. Uno de los principales representantes es el psiquiatra Dan Siegel.
P: Por último, ¿a quién está dirigido el libro?
R: Vincúlate está pensado sobre todo para las familias adoptivas y acogedoras. Porque ellos, aunque no en exclusiva, al hacerse cargo de menores que provienen de entornos donde han sufrido abandono y maltrato de manera temprana y a edades clave para el neurodesarrollo (los tres primeros años, porque las estructuras biológicas cerebrales se están formando) son los que tienen más probabilidad de presentar apegos inseguros y trastorno del apego. Sin embargo, considero que las familias biológicas pueden beneficiarse mucho de este enfoque basado en el apego para poder entender los problemas emocionales y de conducta que muchos chicos y chicas presentan. Los maestros tienen capítulos dedicados a ellos y podrán obtener mucho aprovechamiento para saber cómo enfocar el aprendizaje y la relación con sus alumnos, de manera que sea reparadora. Finalmente, los técnicos de protección a la infancia y los profesionales que trabajan en este ámbito -o están interesados en el mismo- pueden tener en Vincúlate un buen manual.

lunes, 16 de noviembre de 2015

La psicomotricidad relacional, por Naiara Zamora Berrondo

Diez meses, diez firmas

Profesional invitada en el mes de noviembre 2015:


Naiara Zamora Berrondo


Este mes nos visita Naiara Zamora Berrondo para hablarnos de la psicomotricidad relacional. La autora subraya la enorme trascendencia que tiene este abordaje terapéutico y reivindica un espacio y lugar para el mismo, dado el gran beneficio que supone para los niños/as; pues éstos pueden, en palabras de Naiara, "expresar y elaborar sus conflictos internos, colmar sus carencias y estructurar su personalidad de manera más equilibrada. A fin de cuentas, favorecer un desarrollo óptimo de la personalidad (...)" 

Naiara Zamora nos acerca de manera clara, concisa y comprensible las posibilidades de esta terapia, idónea para niños entre los 6 meses y los 7 años. La etapa más importante de la vida de todo ser humano.

Si deseáis más información así como inscribir a vuestro/a hijo/a a alguno de los grupos de psicomotricidad relacional que Naiara Zamora está organizando, podéis contactar con ella en esta dirección de mail: nazabe@hotmail.es. 

Gracias Naiara, por ofrecernos este artículo y por colaborar con el blog Buenos tratos.

Naiara Zamora Berrondo. Psicóloga y Psicoterapeuta infantil y de adultos. Máster en terapia Gestalt, Psicoanálisis de niños/as y adolescentes, y Apego y Traumaterapia. Psicomotricista Relacional. Máster en Ecología de los Sistemas Humanos: crianza ecológica y prevención a la enfermedad mentales.

La psicomotricidad relacional

Cuando hablamos de psicomotricidad relacional estamos inevitablemente hablando del cuerpo en todas sus dimensiones: cuerpo físico, emocional e intelectual.

El cuerpo no es solamente un cuerpo físico organizado entorno a su eje con nociones de arriba y abajo, derecha e izquierda, delante y atrás, lo cual permite al niño/a organizar el espacio y tiempo y conceptualizar sus percepciones que contribuirán al desarrollo de la lectura, escritura y cálculo por ejemplo, tan importantes para la escuela. El cuerpo es también el lugar donde habita toda sensibilidad, afectividad, emoción y relación con uno mismo y con el otro. Lugar donde existe el placer, el deseo, la frustración o angustia  (cuerpo emocional)

En el cuerpo habitan millones de recuerdos positivos y negativos que tienen su origen en experiencias primarias vividas con las figuras parentales a partir del nacimiento, y con otras personas y contextos a medida que transcurre el tiempo y el niño/a crece. Recuerdos que permanecen inscritos en un inconsciente indisolublemente psico-corporal.

La psicomotricidad relacional facilita al niño/a revivir contenidos inconscientes a través de un juego simbólico que realiza en presencia de la psicomotricista. De esta manera, el niño/a expresará libremente todos aquellos contenidos que necesite exteriorizar en un contexto seguro, donde los materiales de la sala han sido elegidos a conciencia y están dotados de características concretas que los incentivan.

El psicomotricista relacional, intervendrá o no en el juego dependiendo de las necesidades del niño/a, pero entre o no a jugar, su presencia es incondicional en todo momento. Su actitud es estar presente en el espacio a nivel emocional, acompañar al niño/a en todo momento y crear una relación horizontal que servirá como vehículo para la consecución de un funcionamiento auto-regulado en el niño/a.

La relación que se establece entre ambos, se caracteriza por el respeto a la libre expresión del niño/a y pocas veces habrá restricciones salvo en casos donde se ponga en riesgo al menor o a algún otro compañero. Normalmente, se establecen las normas del juego antes de comenzar cada sesión: “No vale hacerse daño a uno mismo ni a los demás”. Es la única consigna que suele darse. Los niños/as entienden a la perfección el significado de dicha norma y no suele ser necesario extenderse en mayores explicaciones.

El niño/a va a poder expresar y elaborar sus conflictos internos, colmar sus carencias y estructurar su personalidad de manera más equilibrada. A fin de cuentas, favorecer un desarrollo óptimo de la personalidad gracias a la elaboración de la conflictiva inconsciente interna del menor sería el principal objetivo de esta práctica tan eficiente y necesaria tanto en la clínica privada, pública como en los centros escolares, cuna diaria de tanto infante. 

La psicomotricidad relacional permite la libre expresión de los fantasmas internos del niño/a para integrarlos de otra manera mejor adaptada a la realidad en la que vivimos.

Personalmente, pienso que es verdaderamente una absoluta pena y me atrevo a ir más allá y decir que es un acto de irresponsabilidad tremendo por parte de los mandatarios de cualquiera que sea el puesto que ocupan en sus trabajos, que no contemplen este ejercicio con la importancia que se merece, y que propongan las sesiones de psicomotricidad como momento de juego libre y un dejar hacer sin sentido en horas lectivas. Desaprovechando el jugoso material interno que cada niño/a está depositando a través de su juego y a partir de cual podríamos hacer un buen trabajo de elaboración e integración en su psique y cuerpo.

Quiero hacer un llamamiento al público en general, a darse cuenta de que realizar un trabajo preventivo de este tipo contribuiría y garantizaría en cierta medida, la salud mental de nuestra sociedad, no siendo ésta la única herramienta posible para la prevención, claro está. Pero no por ello menos importante.

El marco de trabajo se establece entre los 6 meses y 7 años aproximadamente. Edades a las que hay que prestar especial atención y cuidado por ser un período crítico en el que empieza a construirse la persona desde sus cimientos. Una base segura de la persona contribuirá al desarrollo sano de ese niño/a.

La libertad, el respeto y la confianza definen las sesiones de psicomotricidad relacional. La libertad, como una forma que tienen los niños/as para elegir lo que más les apetece hacer.  El respeto, implica saber esperar y tolerar con paciencia el ritmo biológico del menor. Y la confianza, es tener la tranquilidad para que el niño/a aprenda a organizarse sin que el adulto tenga que intervenir continuamente dirigiendo al niño/a a alcanzar unos objetivos concretos de aprendizaje.

El niño/a aprende desde la sensación de estar vivo, feliz y sano. Al niño/a se le da la posibilidad de experimentar a través del juego lo que le interesa, y por eso, termina aprendiendo. El psicomotricista relacional acompaña el proceso personal y único donde en contacto con sí mismo encontrará su camino.

En el caso de los niños/as adoptados o acogidos de corta edad (6 meses -7 años), se recomienda propiamente hacer un trabajo de psicomotricidad relacional, teniendo en cuenta que por las vivencias tan duras padecidas en sus países de origen o en sus familias de origen, el sufrimiento acumulado ya es significativo en ese momento, y dar una salida a todo ello siempre ayudará a una mejor adaptación a la nueva realidad en la que deberán vivir.

En resumen, PSICOMOTRICIDAD RELACIONAL es un espacio…

            De los niños/as y para niños/as.
            De prevención a la enfermedad.
            Que se acerca a la libertad y felicidad de los niños/as.
            Donde la relación entre niño/a y psicomotricista relacional es horizontal.
            De respeto a las emociones, ritmo, deseo y motivaciones del niño/a.
            De flexibilidad, permanencia y acompañamiento.


AGENDA

El día 23 de noviembre, la semana próxima, publico un post donde me entrevistan con motivo de la aparición del libro Vincúlate. Relaciones reparadoras del vínculo en los niños adoptados y acogidos.

El fin de semana del 27-28 de noviembre nos vemos (los que estáis inscritos) y disfrutamos juntos/as en Donostia-San Sebastián, en las "II Conversaciones sobre apego y resiliencia infantil". Estamos citados en el Museo de San Telmo, el viernes 27, a las 16,00h.

Publicaremos un nuevo post temático el día 7 de diciembre de 2015. Me corresponde a mi escribirlo. 

Cuidaos / Zaindu.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Verónica Pérez Gutiérrez publica dos nuevos cuentos para niños y familias acogedoras: "Monstruos, canguros..." y "El parque de las visitas"

Verónica Pérez Gutiérrez, educadora y acogedora, a la cual los habituales del blog conocéis por sus magníficos cuentos (para niños/as) dedicados a la temática del acogimiento familiar, los cuales presentamos ya hace un tiempo (la colección de cuentos titulada Cuentos para Haizea, en honor a su niña acogida) y que han tenido una excelente aceptación y gran difusión por su valor pedagógico para las familias y los niños/as, me comunica la grata noticia de que ha vuelto a escribir y publicar dos nuevos cuentos.

Ya sabéis que contar con instrumentos que puedan hacer comprensible a los niños/as determinadas vivencias es siempre bienvenido. Poner en palabras -de tal manera que nos acerquemos al universo infantil- lo que se puede sentir en un acogimiento, y los aspectos experienciales que lo hacen propio, no es tarea nada fácil. Verónica Pérez Gutiérrez –a quien conozco desde hace muchos años- es una persona y profesional comprometida con la infancia que tiene esa capacidad. La autora, mediante sus cuentos, llega a los niños/as y les entrega, para que se sientan reflejados, algunas de las vivencias del acogimiento familiar con palabras comprensibles para ellos y con ilustraciones atractivas. Las historias son sencillas, entretenidas e imaginativas.

Vamos con las dos novedades (abril de 2015)

El primero aborda los miedos y las dudas que los niños/as sienten cuando les anuncian y explican que irán a vivir con una familia acogedora. El cuento tiene, entre otras virtudes, el mensaje para el niño/a de que existen muchos tipos de familias, todas válidas, y que lo importante es tener una que te cuide. Al niño/a se le dice en la reseña el cuento: “Familias hay muchas y miedos también. Acompaña a Luka a averiguar lo que tiene en común todas estas familias…” Ya sabéis que utilizar un “tercer elemento”, en este caso el personaje de Luka, es una manera de que el niño/a se proyecte en alguien que puede sentir y le puede pasar lo mismo que a él. Puede dar lugar a trabajar, a partir del cuento, con seguridad, cómo vive el menor la entrada en una familia acogedora. Se titula: “Monstruos, canguros…” Para niños/as a partir de 3 años.

El segundo plantea al niño mediante la metáfora de un parque, la vivencia de las visitas. Algo universal a todo menor acogido: “¿Por qué es importante dedicarle un cuento a “las visitas”? Fácil, porque esos encuentros tan especiales forman parte de nuestros niños y niñas” Implícitamente, la autora introduce una actividad que los niños/as pueden hacer para trabajar sus sentimientos en las visitas de una manera indirecta y segura: “¿Qué te gustaría preguntar al parque sobre las visitas?” El parque es el testigo y el depositario de las emociones que un niño/a siente en torno a las mismas con la familia biológica.

Verónica Pérez Gutiérrez plasma en estos cuentos dos experiencias cercanas a los niños/as que están en acogimiento familiar: el anuncio de que van a vivir con una familia y las visitas (con los nervios y miedos que suscita en ellos) con la familia biológica reflejando con palabras comprensibles para ellos, lo que pueden sentir e imaginar. La autora, a mi juicio, supera el reto con sobresaliente y demuestra una vez más que conoce al dedillo el mundo interior de los menores acogidos. Por su labor profesional y porque ella es acogedora de una niña. ¡Felicidades, Verónica! Zorionak! Sigue escribiendo que los menores lo agradecerán, y gracias a ti.

Para información sobre la autora, sus cuentos y poder comprarlos visita su web:

http://www.cuentosparahaizea.com/




lunes, 2 de noviembre de 2015

Eduardo Chillida, apego e integración cerebral

Con esta entrada de hoy me ha sucedido (mejor dicho, nos ha sucedido) algo muy curioso y sorprendente que quiero compartir con todos/as vosotros/as antes de desarrollar el apasionante tema de hoy. Como tengo el permiso de la otra persona implicada y, además,  apoya que lo comparta con todos/as vosotros/as, lo voy a hacer. Porque es una experiencia de cómo en lugares distintos pero con personas que sintonizan y conectan con una misma manera de concebir las intervenciones psicoterapéuticas y psicoeducativas, se producen casualidades o coincidencias que más bien son auténticas serendipias. 

El viernes día 30 de noviembre anuncio por facebook y twitter que el post de hoy tratará sobre apego, el arte de Chillida y el cerebro. Al poco, Iñigo Martínez de Mandojana, del blog hermano Dando Vueltas (que ya lo conocéis: nos regala reflexiones impagables; con ambos autores, Iñigo y Sagra, comparto una visión común pues trabajamos desde modelos sistémicos y vinculares), me envía un guachap y me dice: "¡Ja, ja, ja...! ¡Qué fuerte! Me has pisado un post: intervenciones Chillida, ¡qué bueno!" Es decir, mostrando sorpresa y a la vez alegría y asombro de haber pensado los dos lo mismo sin comunicarnos ni una palabra el uno con el otro pero habiendo tenido la misma idea contemplando las obras de arte de Chillida.

Yo también le muestro mi perplejidad y alegría por esa coincidencia. "Trabajamos en una misma longitud de onda, luego no es tan improbable que podamos llegar a concebir ideas similares sobre temas para los posts".- Pienso

Seguimos indagando y profundizando y llegamos a la conclusión de que los posts en verdad son iguales pero distintos. Vamos a lo mismo pero por caminos diferentes. Como Iñigo me dijo acertadamente: "mentalizar en la distancia" Y yo, que ya sabéis que me pierde la gastronomía, uso una metáfora de este tenor para añadir: "Mismo buen producto pero distintas elaboraciones"

Y como la anécdota considero que tiene su miga y su punto alucinante, he querido abrir el post de hoy contándoosla. Me llena de satisfacción compartir lugares comunes con mi blog hermano Dando Vueltas y con la manada de gente buena, como dice Barudy, de la que forman parte esos seres humanos maravillosos que son Sagra e Iñigo, a los cuales tendréis la ocasión de conocer y disfrutar en las "II Conversaciones sobre apego y resiliencia infantil" porque van a participar en una mesa de conversaciones.

Dicho lo cual, empezamos a desarrollar el tema de hoy.

Uno de los lugares más mágicos que he tenido el placer de visitar, un sitio grávido de honduras, donde experimentas muchas emociones, donde sientes una conexión espiritual con el mundo y el universo, es el Museo Chillida Leku. Es un museo al aire libre, con verdes praderas propias de Gipuzkoa, donde se alza el Caserío de Zabalaga, en el cual el maestro decidió que era el espacio ideal para exponer su obra y que el público pudiera disfrutarla. Las esculturas se funden con la naturaleza y están en perfecta armonía con el entorno. Distribuidas inteligentemente por toda la finca, conforman un paraje sin parangón y un museo absolutamente diferente al resto pues el visitante puede interactuar con las esculturas (excepto con las del interior del Caserío): tocarlas, sentarse... e incluso sentirse parte de ese espacio (puedes meterte dentro de las esculturas que por su diseño, lo permitan) Además, es posible –uno solo o en compañía- caminar por el museo, libremente, y verlo y sentirlo como te plazca (Hay también visitas guiadas)

El museo está en Hernani, Gipuzkoa, a unos quince minutos en coche desde Donosti. Está cerrado al público como museo pero como fundación privada y previa solicitud a los rectores del mismo, si éstos la aceptan, se puede concertar una visita. Yo lo hice en verano, en agosto, acompañado de una amiga. Tuvimos la suerte de verlo en un soleado día guipuzcoano en el cual las distintas tonalidades verdes de las praderas y los montes de esta tierra ofrecen tantas variedades que ningún pintor podría reflejarlas en sus cuadros. Chillida Leku (Sitio o Lugar Chillida, en euskera) está en Hernani, pero tiene una vocación universal. Yo lo sentí al entrar y hollar con mi pie el lugar. Y parece que no me equivoqué porque Eduardo Chillida dice: "Yo soy de los que piensan, y para mí es muy importante, que los hombres somos de algún sitio. Lo ideal es que seamos de un lugar, que tengamos las raíces en un lugar, pero que nuestros brazos lleguen a todo el mundo…”

Estando en Chillida Leku le dije a mi amiga que viendo y sintiendo la profundidad que emana de la obra de este genial e internacional artista, orgullo de los guipuzcoanos, las musas acudieron en mi ayuda y brotó en mí una asociación entre integración cerebral, apego y esculturas de Chillida. Y que escribiría un post en Buenos tratos para brindárselo a todos y todas mis queridos y queridas lectores y lectoras. Uno de esos post que a veces os pido me permitáis escribir, que os parecen raros e incluso os dan ganas de dejar de leer porque no son como los otros, más convencionales. Entradas en el blog en las que a partir de películas, libros o series de televisión hablamos de nuestros temas favoritos (apego, trauma, resiliencia…) Pero creo que son posts que al acabarlos os pueden hacer comprender los contenidos de una manera mucho más plástica (porque dichos conceptos los plasmamos en objetos)

Que conste que me acerco al arte de una manera totalmente emocional, no tengo conocimientos ni criterio para discernir sobre la filosofía que subyace a las esculturas u otras manifestaciones artísticas, ni mucho menos soy tan osado como para hacer una crítica de la obra de un genio como Chillida. No pretendo eso. El post de hoy tan solo es lo que se me antojaron que podrían representar algunas de las esculturas de Chillida y su paralelismo con los tipos de apego. Vi en algunas de ellas una alegoría de los tipos de apego descritos por Ainsworth. Una alegoría es un tema artístico que representa una idea (los tipos de apego) valiéndose de objetos (algunas esculturas de Eduardo Chillida) Y eso es lo único que quiero transmitiros.

El apego evitativo






He elegido esta escultura como podría haber escogido cualquier otra que tuviera exclusivamente forma cúbica. Hay bastantes obras de Chillida que son así, sin ninguna línea curva. Personalmente, dentro de la obra del autor, me gustan menos las formas cúbicas que las que usan líneas curvas y rectas en una sola representación.

Esta escultura me recordó al apego evitativo porque como ya sabéis (si no, repasáis los post sobre apego) los niños que tienen una disposición (es sólo una disposición a comportarse conforme a este patrón de apego) evitativa suelen tender a minimizar la emoción y maximizar la independencia, la lógica, separando el lenguaje de los sentimientos. Tienden a ser prácticos y funcionales, las relaciones se viven como algo más secundario y no dependen de la aprobación de los demás. Algunos pueden llegar a ser cuadrados de mente (como esta escultura) en el sentido de rígidos en sus planteamientos y un tanto obstinados. Inteligentes, argumentan excelentemente bien sus posturas. Dan Siegel dice en su libro “El cerebro del niño” que "...el lado izquierdo desea y disfruta con el orden. Es lógico, literal, lingüístico y lineal (¿no es lineal esta escultura de Chillida?) A nuestro cerebro izquierdo le encanta que estas cuatro palabras empiecen por la letra “l” El cerebro izquierdo se preocupa por la letra de la ley, al contrario que el derecho, que le importa más el espíritu de la ley"

Siegel nos dice en este libro que los niños con disposición hacia un apego evitativo presentan una prominencia en la actividad del hemisferio izquierdo. Cuando el menor de edad tempranamente fue rechazado, maltratado o sus intentos de conexión y sintonización emocional ignorados, ninguneados e incluso despreciados, se produce una falta de integración horizontal en su cerebro que le lleva a aprender tempranamente la defensa de la desactivación de las necesidades de apego, de tal modo que entrar en vinculación emocional íntima será muy complicado, y el mundo interno puede ser un desierto emocional. Siegel afirma que si estos niños llegan a la edad adulta sin haber tenido una experiencia modificadora de esta tendencia inicial (aprendida en el contexto de una relación de apego con los primeros cuidadores la cual potenció esta propensión al vínculo evitativo) en la edad adulta, cuando se les administra una entrevista de apego adulto, se puede afirmar que su biografía es como acceder a un desierto emocional.

En la psicoterapia nos costará mucho que puedan acudir a la misma y estar cómodos en una relación que supone entrar en intimidad emocional con alguien. Wallin refiere que con este tipo de niños, y especialmente con los adolescentes, hemos de movernos con maestría (es un arte relacional) entre la sintonización empática (que pocos muestran con ellos) y la necesaria confrontación (que tan mal viven algunos de ellos)

Tenemos que tratar de introducir curvas en su modelo mental, que como artistas trabajemos en su escultura intentando construir con ellos formas más redondas (simbólicamente más asociadas con las emociones, la flexibilidad mental, la acogida más cálida y menos distante que se me antoja lo cúbico) pero sin eliminar las líneas rectas que también son necesarias (pues no olvidemos que todo patrón de apego tiene un por qué, y a estos niños les ayudó desarrollarlo pues con el mismo sobrevivieron. Honramos siempre su patrón de apego, pero tratamos de que en sus relaciones actuales, ya no tan necesitadas de esa protección lineal y con aristas que pueden pinchar, emerja la concavidad que representa entrar en conexión con el otro y vivir el sentirse sentido)

Hay que tener mucha paciencia, hacer modificaciones en esta escultura no es nada fácil. Puede vivirse como una injerencia y una amenaza a la esencia de quién soy. Cierto. Con la experiencia de ir entrando en sintonía y en conexión emocional con los niños “de a poquitos” como dice mi profesora Maryorie Dantagnan, a la larga se podrá conseguir. La pasada semana asistí en terapia, tras tres años, a la eclosión emocional de una adolescente que está siendo capaz de quitarse el duro corsé que es la disposición evitativa. Fue una experiencia de sentirse sentida única e irrepetible. Tiene que haber un otro muy sensible para el niño o adolescente con disposición evitativa, para recogerle, y para que éste pueda sentir contención y dejarse ir también.

El apego ansioso-ambivalente




Como veis, en esta escultura del maestro no hay casi ninguna línea recta. No hay formas cúbicas. Es toda ella una obra donde predominan las formas redondas, un tanto en bucle. Hay también varias esculturas del autor donde las redondeces de sus formas son predominantes y apenas hay visos de cuadraturas.

Se me antoja la alegoría del patrón de apego opuesto al evitativo: el ansioso-ambivalente. Como ya sabéis, los niños que tienen una disposición a mostrar este tipo de vínculo maximizan la emocionalidad y minimizan la independencia y la racionalidad. Son menos lógicos y literales. También les gustan las palabras pero para hablar mucho y sin que éstas ordenen su mundo emocional, muy intenso. Les preocupa mucho más el espíritu de la ley que la ley en sí.

El niño que desarrolló este modelo mental con respecto al apego, en las primeras interacciones con sus cuidadores, caracterizados éstos por un patrón inconsistentemente inconsistente en los cuidados y atención emocional (tuvieron una tendencia relacional con el niño como el intermitente de un coche), pudiendo en ocasiones sintonizarse, empatizar y satisfacer sus necesidades emocionales, incluso a veces en exceso, invadiendo si el niño no se sentía predispuesto a ello; y en otras ocasiones, no conectando con el menor e incluso ignorándole y haciéndole sentir que no hay nadie para calmar sus emociones (angustia, miedos, tristezas…) El infante que crece con un patrón de apego de esta naturaleza se desarrollará muy preocupado por su propia angustia no suficientemente calmada y muy preocupado también por la disponibilidad de su figura de apego. Le costará separarse y explorar el mundo que le rodea porque el cuidador no ha sido base segura.

Dan Siegel dice que quien muestra esta disposición, tiene una predominancia del cerebro derecho: “...el cerebro derecho es holístico, no verbal, y envía y recibe señales que nos permiten comunicarnos, como las expresiones faciales y el contacto visual, el tono de voz, las posturas y los gestos. Nuestro cerebro se ocupa de la impresión general –significado y sensación de una experiencia- y se especializa en las imágenes, las emociones y los recuerdos personales” Por ello, el niño con disposición ansioso-ambivalente en la psicoterapia, las primeras sesiones, está muy pendiente de la impresión que nos puede estar causando porque inconscientemente tiene miedo de que le rechacemos. Suelen ser personas mucho más preocupadas por las relaciones que por las tareas o cosas, con una extrema necesidad de aprobación y que no suelen tener a priori tanto rechazo a entrar en intimidad emocional.

En psicoterapia tenemos que movernos con maestría para no rescatarles, incidir en su falta de recursos, salvarles, quedarnos transferencialmente amarrados a su victimismo... Hemos de ir muy despacito también, ofreciéndoles un estilo de vinculación terapéutica donde nuestra disponibilidad sea siempre la misma (no mayor en los momentos de dramatismo), en la que ahondemos en explorar (con dibujos, caja de arena, juego…) qué sentimientos subyacen a esa disposición y tratar de que desarrollen autonomía y recursos propios para resolver y hacerse cargo de su vida y desafíos con más seguridad.

Es necesario introducir las líneas rectas y las formas cúbicas en su patrón relacional. Porque como dice Siegel, no hay tampoco en el apego ansioso-ambivalente integración cerebral horizontal. Su cerebro derecho asume frecuentemente el control de sus vidas y sienten “…que se ahogan en imágenes, sensaciones corporales… un aluvión emocional”

El apego seguro o ganado a la seguridad



Dice Siegel: “Dos mitades hacen un todo: combinar el izquierdo y el derecho” Como veis, esta escultura de Eduardo Chillida tiene una combinación perfecta de líneas curvas y rectas. Me gustan todas sus esculturas, pero unas más que otras. Y las que combinan líneas rectas y curvas en un todo armonioso que capturan el espacio, las que más.  Ésta situada en Gijón, titulada Elogio del Horizonte, es además como la base del apego seguro: firme y sólida. En mi opinión es una de las alegorías del apego seguro (o ganado a la seguridad: personas que han reflexionado sobre su patrón de apego y han trabajado para conocerse y modificar su modelo mental y relacional, de tal modo que lo han conducido hacia la seguridad) y la integración cerebral horizontal.

El cuerpo calloso es un haz de fibras que discurre por el centro del cerebro, conectando el hemisferio izquierdo y el derecho. La comunicación que tiene lugar entre los dos lados del cerebro se lleva a cabo a través de esas fibras, permitiendo que los dos hemisferios trabajen en equipo, que es exactamente lo que deseamos para nuestros niños. Que el niño con disposición a vincularse evitativamente pueda abrirse a las emociones y no destierre y desprecie las mismas, y el que tiende al estilo ansioso-ambivalente pueda ser capaz de que el lenguaje y la cognición den sentido y ordenen sus cataratas emocionales, muchas veces angustiantes.

Necesitamos influir en ese cuerpo calloso (que está alegoricamente ahí, en esta escultura donde las líneas rectas y curvas se unen) del niño para que se produzca progresivamente esa integración horizontal. El infante necesita de los adultos para hacer ese trabajo. Solo es imposible que lo haga, máxime si las disposiciones están muy arraigadas. Los padres, familias, psicoterapeutas, terapeutas, educadores, maestros, médicos, psiquiatras… necesitan ser adultos con un estilo de apego seguro o ganado a la seguridad. Mario Marrone, experto en la teoría y psicoterapia del apego, sostiene acertadamente que más bien cabría hablar siempre del apego en relación al otro. Esto quiere decir a mi juicio, que los niños pueden traer unas tendencias de sus primeras experiencias tempranas y nosotros, como padres o profesionales, con ese niño, podemos cambiar esas tendencias porque se podrán vincular en relación a nosotros de modo ganado a la seguridad si somos capaces de transmitirla (límite, permanencia y regulación de las emociones) ¿Cómo? He aquí unas pistas:

Conectándonos con el niño emocionalmente cuando éste se vaya mostrando dispuesto y confiado. COMPRENSIÓN, RESPETO Y ACEPTACIÓN FUNDAMENTAL.

Así vinculamos con el niño, como este grabado tan bello de Eduardo Chillida: integración.



Sintonizando y resonando con el niño,  ayudándole a captar los gestos, las entonaciones, los códigos no-verbales… a través de la relación, propiciando que pueda conectar con ellos sin predecir daño, dolor, terror…, favoreciendo que los elabore de una manera positiva, dándole la etiqueta verbal adecuada.

Activando, si es un niño/a emocionalmente desconectado, su hemisferio derecho mediante técnicas específicas expresivas que le permitan conectar con sus emociones (Apegos evitativos)

Activando, si es un niño/a más propenso a la no reflexión, su hemisferio izquierdo mediante verbalizaciones que le permitan poner palabras y metacognición a sus vivencias (Apegos ansioso-ambivalentes)

Gracias Eduardo Chillida y equipo de la Fundación, por permitir que el visitante se sienta ¡tan bien! en vuestra casa. Fue una tarde inolvidable de un cálido y soleado día de agosto. Quedará para siempre en mi memoria.

Picada de hoy: recientemente hemos tenido la noticia de la aparición de un libro escrito por madres. Madres adoptivas que nos cuentan sus experiencias. Porque sienten mariposas en el corazón. Tan genuino e intenso es su sentimiento que ellas han querido que forme parte del título. Aún no he tenido la oportunidad de leerlo, lo tengo ahí, en espera. Prontito caerá en mis manos y gustosamente podré opinar del mismo. Pero desde luego, me atrae mucho acercarme a él. Desde ya os recomiendo que lo hagáis, pues lo que María Martín Titos, coordinadora y autora del libro, nos muestra, a modo de reseña, me lleva, con la fuerza de un imán, a comprarlo: “Durante los años de espera me había preparado para ser madre. Había asistido a infinidad de charlas y talleres, todos impartidos por grandes profesionales, y ahora era muy difícil poner en práctica lo aprendido. Siempre me habían dicho que con mucho amor todo se cura, y amor no era lo que faltaba en mi vida, precisamente… Fueron en esos momentos cuando eché de menos saber que no era la única que pasaba por esta realidad, y que mis sentimientos, temores y necesidades eran compartidas por una gran parte de las familias adoptivas”

“Mariposas en el corazón reúne las experiencias de cinco familias adoptivas, con historias suficientemente distintas entre ellas como para que quien las lea pueda hacerse una idea realista de lo que supone formar una familia por esta vía. Este libro no está sólo dirigido a familias adoptivas o en proceso de adopción sino también a sus familiares, amigos, profesores, psicólogos y otras personas cercanas que estén en contacto de alguna manera con la adopción”

Desde esta preciosa web que han creado, podéis acceder a las presentaciones en vídeo que cada una de las autoras ha hecho, a la mencionada reseña y también a comprarlo. Lo bueno es que se puede adquirir en e-book, así que todas las personas residentes fuera de España pueden hacerse cómodamente con el mismo. También se distribuye en edición impresa.

Desde estas líneas mi más cálida felicitación a las autoras. Un libro escrito por madres, con otra visión que no es la de los profesionales (personalmente, su punto de vista me interesa mucho), y espero nos transmitan sus mariposas desde su corazón al nuestro.

Hasta dentro de quince días, Buenos tratos regresa el 16 de noviembre con la firma invitada del mes: Naiara Zamora Berrondo, psicóloga y psicoterapeuta infantil, nos hablará de la psicomotricidad relacional en un atractivo e interesante post que expondrá los beneficios de este abordaje psicoterapéutico sobre todo para los niños más pequeños, ideal para contribuir al fomento de un apego seguro.

Cuidaos / Zaindu

Bibliografía utilizada para elaborar este post

1. La Teoría del Apego: Un Enfoque Actual   

Mario Marrone  
Madrid: Psimática, 2001  - Segunda edición 2009                    
Prólogo por Hugo Bleichmar
Con contribuciones de Luis Juri y Nicola Diamond.

2. El cerebro del niño

Dan Siegel y Tina Payne Bryson
Barcelona: Alba, 2013

3. El apego en psicoterapia

David J. Wallin
Bilbao: Desclée de Brouwer, 2012