lunes, 19 de mayo de 2014

Crear contención y límites en los niños traumatizados (II y final)

Los niños que crecen en entornos negligentes y potencialmente traumáticos normalmente tienen un déficit en los límites personales. Ya lo explicamos en la entrada anterior (remitimos al lector a la primera parte en la cual desarrollamos por qué ocurre esto en los niños que han sufrido trauma temprano y crónico) En el post de hoy tenemos como meta el seguir incidiendo en cómo crear un sentido de los límites personales en estos niños. 

Ana María Gómez (sigo fascinado a medida que sigo leyendo su gran obra EMDR and adjunct approaches with children. La verdad es que se me acumulan los libros, tengo muchos esperando sobre los que hablaros; pero en fin, hemos de ir paso a paso, y éste de Ana María Gómez merece que nos detengamos en él. Del resto ya nos ocuparemos más adelante) refiere que estos niños ni tienen límites ni han construido un sentido de los mismos en torno a ellos. La mayoría de los menores con trauma no conocen el lenguaje de los límites. Ejemplos de esto los podemos ver en la vida cotidiana quienes cuidamos y/o trabajamos con estos menores. Entran en la consulta y corriendo van a la sala, abren los armarios; seguido se acercan al dispensador de agua y vierten la misma sin vaso; se aproximan a la luz y la encienden y apagan varias veces; van a continuación donde el equipo de música y tocan todos los botones… y así no sólo un día sino varios. Lo primero que hacemos es que el propio terapeuta con su presencia física y su estructuración del espacio/tiempo de la sesión, ordene al niño, le regule (muchos de estos actos suceden cuando el niño se muestra más inestable emocionalmente o cambia de estado de mente con respecto al apego, tornándose más inseguro) y le secuencie. Hay que ir usando la palabra con cada conducta que hagamos con él en el acompañamiento. Y hay que usar la contención (sujeción, holding) física en el momento que sea necesario para ayudarle a parar pues actúa como un precursor emocional. Tras varias semanas, y si el ambiente externo a la consulta es favorecedor, conseguiremos que el niño interiorice esos límites en el espacio de la terapia. Después, podremos empezar a trabajar en otros objetivos terapéuticos. En definitiva, los padres y los adultos significativos en la vida del niño le van a hacer, temporalmente y durante el tiempo que necesite, el mejor préstamo de su vida: el de cederle sus lóbulos frontales hasta que sea capaz de aprender por sí mismo a auto-regularse, planificarse, centrarse y secuenciarse.

Cuando los límites, además, han sido violados, ayudar al niño y al cuidador a desarrollar un sentido saludable de los límites personales debe incluirse en el tratamiento psicoterapéutico. Para los niños que fueron sexualmente abusados por sus cuidadores –una de las mayores traiciones a la confianza de una persona que pueden hacerse-, la cercanía y la conexión fueron también modeladas mediante interacciones sexualizadas. Como resultado, las respuestas hacia los demás cuando entran en intimidad y conexión pueden ser altamente sexualizadas. No es raro que estos niños, cuando se abrazan, por ejemplo, incluyan un estrecho contacto corporal e incluso tiendan a frotarse. El adulto tiene la sensación de que el abrazo del niño tiene un componente erotizado. Para los niños que nunca han experimentado un contacto saludable y apropiado, antes de procesar este trauma, han de vivir un nuevo alfabeto que incluya estas vivencias sanas, de afecto y cuidados. 

En cuanto a los/as adolescentes víctimas de abuso, algunos/as de ellos/as tienen entre otros problemas, disfunciones sexuales y un temor a la intimidad, con muchas dificultades para confiar en los otros, conectando con la experiencia del abuso en el momento en el que disparadores del presente evocan las emociones traumáticas disociadas de asco, humillación, rabia... No es lo mismo ser abusado/a por una agresión perpetrada por alguien ajeno a la familia que por una persona de la familia (progenitor u otro) En este último caso, y dependiendo también de otras variables como edad a la que se sufrieron los abusos, el tipo de abusos y la duración de los mimos, las secuelas psicológicas pueden ser más graves. Si el abuso se producía en el contexto de una relación más amplia en la que existían interacciones de apoyo y afecto, el vínculo hacia el perpetrador puede ser ambivalente. Sandra Baita, experta en el tema, ya postula que en estos menores pueden existir diferentes memorias que contienen, disociadas, las diferentes experiencias interpersonales vividas con el abusador, quien pasa disruptivamente, de estar, por ejemplo, haciendo los deberes con la víctima a horas después, abusar de ella por la noche en la habitación. En este post hablé de un artículo de Sandra Baita en el que desarrollaba magistralmente este tipo de traumatización. 

El tratamiento psicológico de los menores abusados requiere, como en el caso del trauma por malos tratos o abandono, de una sólida relación terapéutica donde el niño o el joven pueda sentirse seguro y protegido (tanto fuera como dentro del espacio de la psicoterapia) Esta es la base de toda la intervención. Además, el tratamiento debe contemplar una fase de trabajo que aborde el desarrollo de habilidades emocionales que favorezcan la auto-regulación y fomenten la estabilización. Hay que hacer una tarea psicoeducativa en relación a cómo impacta traumáticamente el abuso en la persona, dotándole al menor de edad de experiencias de empoderamiento. Finalmente, la intervención requiere la integración de la experiencia traumática en la biografía de la persona. Si existen problemas o patologías asociadas (disfunciones sexuales, trastornos alimentación, del estado de ánimo...) deben de ser también objeto de trabajo. 

Un psicoterapeuta del mismo sexo es, habitualmente, en el caso de adolescentes mujeres abusadas por hombres (el propio padre, tío, abuelo... u otros ajenos a la familia), el profesional de elección. Normalmente, estar con un profesional del mismo sexo que el perpetrador es totalmente amenazante. No existe en su mente un modelo masculino adulto seguro con el que identificarse positivamente. Sin embargo, en mi experiencia de trabajo con algunas de estas adolescentes, un terapeuta hombre respetuoso y que explicite lo que puede sentir la paciente desde el principio, empoderándole y dándole el control, capaz de transmitir confianza y seguridad, puede convertirse en la experiencia más reparadora del mundo. Con algunas jóvenes he tenido experiencias psicoterapéuticas gratificantes que han supuesto para ellas poder vivir una vivencia de intimidad personal sin ser dañadas, desde el apego terapéutico seguro y confiable. Tras crear esa red neural de relación interpersonal segura con el terapeuta, entonces sí es posible acercarse al procesamiento e integración del trauma del abuso en su biografía. Con otras jóvenes, en cambio, fue imposible porque ni siquiera –normal- se atrevieron a venir y preferían psicoterapeutas mujeres. 

Dejando el tema del tratamiento psicológico del abuso sexual, nos centramos en el objetivo fundamental del post de hoy: cómo desarrollar un sentido de los límites personales; os propongo las  siguientes actividades o técnicas que la pueden favorecer en los niños:

1) Es necesario que los niños tengan límites tangibles. Usar hula-hoops, cuerdas, anillos, aros que delimiten los límites físicos. 

2) Se pueden usar pinturas para delimitar en un papel gigante los propios límites personales, visualizando así la propia burbuja personal. 

3) También podemos ayudar al niño a que imaginando que usa un color, cree mentalmente la propia burbuja personal que le hace sentir seguro y protegido. Esta burbuja puede ser de cualquier tamaño y forma. Es positivo ayudarle hablándole de las diferentes burbujas que nos protegen: “La burbuja física nos protege de otras personas y mantiene nuestro cuerpo seguro y protegido. La burbuja de los sentimientos nos mantiene protegidos de los sentimientos de otras personas, y nos ayuda a entender dónde terminan nuestros sentimientos y dónde empiezan los de los demás. La burbuja mental protege nuestra cabeza y mente. Nos protege y previene de las ideas o pensamientos de otros que no son buenos para nosotros o no debemos de creer en ellos" 

4) Los recursos relacionales que nos acompañan y contienen y nos dan sentido de pertenencia y seguridad. Desde hace mucho tiempo en estas líneas y también cuando tengo la oportunidad en las formaciones que imparto y en las charlas-coloquio que mantengo con los padres y familias, sabéis que incido mucho en la idea de la necesidad de aportar al niño una red de personas que le acompañen y le aporten los recursos externos para que el menor de edad pueda nutrirse y desarrollar los internos. Cuando ha fallado gravemente la resiliencia primaria (los cimientos de la casa), existen enormes probabilidades de poder resiliar (sería una resiliencia secundaria) cuando el niño puede encontrar (y, ¡ojo!, es el niño quien va a elegir a los adultos que quieren que formen su red de tutores de resiliencia) personas significativas que le acompañan y apoyan: además de los padres y madres, un tío, un primo mayor, un profesor, un educador, un psicoterapeuta, un vecino, un músico, una pareja, un amigo… Son muchas veces las cualidades de estas personas las que los convierten en esos tutores.

Un ejercicio que hago con los niños en terapia es el de "las personas de mi mundo". Nos sirve para evaluar quién está alrededor de ese niño o joven con el que trabajamos y cuán importante y significativo es. También le podemos llamar "el círculo de ayuda". Son las personas que ayudan al menor a sentirse fuerte, contenido y apoyado. El niño dibuja a todas estas personas o las representa simbólicamente en la caja de arena. Una vez que todas están identificadas y presentes, animamos al menor a que sea consciente de los sentimientos que está viviendo, si son positivos, y dónde los está notando en el cuerpo.

Este vídeo que os dejo a continuación me parece una excelente metáfora de lo que pretendo explicar en cuanto a la enorme importancia que tiene la red. Imaginaos que uno de vuestros/as hijos/as o niños/as es uno de los gansos que aparecen en la bandada. Sólo no podría hacer nada, pero cuando está sintiendo la fuerza y seguridad, y la energía producto de la sinergia común, del grupo, se transforma (y resiliencia es transformación)


Espero que estas dos entradas dedicadas a la contención y a los límites os hayan sido de utilidad y de interés. 

Termino el post de hoy con la tradicional "picada": quiero recomendaros el nuevo libro de un experto en la materia a quien tuve el inmenso (¡por fin!) placer de conocer en las pasadas jornadas sobre buen trato de la Asociación Dando Vueltas, en Vitoria (se trata de un referente para todos los que trabajamos en protección a la infancia) Descubrí una persona sabia pero sencilla, como son los grandes. Hablo del gran Félix López, Catedrático de Psicología de la Sexualidad de la Universidad de Salamanca. Su nueva y magnífica obra titulada: “Los abusos sexuales a menores y otras formas de maltrato sexual”, Editorial Síntesis, va perfectamente con el tema que hoy hemos abordado en el blog. Es muy interesante, novedosa y práctica esta guía profesional porque Félix López nos advierte que "la tipología clásica de abusos sexuales, hoy vigente, incluye únicamente los abusos sexuales y olvida otras formas muy graves de maltrato infantil en el campo de la sexualidad como son no aceptar o castigar a los menores por problemas de identidad sexual o transexualidad y a los menores homosexuales, involucrar a las niñas en matrimonios concertados, explotar sexualmente a los menores en la prostitución o en la producción de pornografía infantil, mutilar sexualmente a menores, y todas las formas de negligencia en el campo de la educación y la protección de riesgos. El libro aborda todas estas formas de maltrato desde un nuevo enfoque en el tratamiento de los abusos sexuales, tanto en la prevención como en la detección y en las intervenciones profesionales con las víctimas y sus familias” De obligada y necesaria lectura.

Hasta dentro de quince días, cuidaos / zaindu

5 comentarios:

Zelidéh López dijo...

Los límites, vistos como una etapa de maduración y crecimiento, a la larga nos evitan infinidad de problemas. http://wwwneuroquantum-alexapr.blogspot.com/ Son los padres los que tiene la difícil tarea de visualizar cual es el límite que le permitirá a cada hijo tener la libertad de alcanzar su sueño, su propósito y su misión de vida. No te limites, busca todo lo que te pueda ayudar en la crianza de cada hijo.

Anabella Sancho dijo...

Muchas gracias por compartir tus conocimientos y experiencias. Acercarnos al libro de EMDR Therapy and Adjunct Approaches with Children para los que no dominamos el inglés a través de tus notas es un verdadero placer profesional.
Desde el equipo de terapia con infancia maltratada en Castilla y León te seguimos con mucho interés, tuvimos la oportunidad de conocerte en el curso que diste en Valladolid en marzo aunque no nos dio tiempo de intercambiar emociones sobre este trabajo.
Encontrar a profesionales que muestran tanta generosidad con sus conocimientos, reflexiones, recursos es una verdadera gozada. Muchas gracias

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Anabella, es para mi un honor que sigáis el blog, espero que la próxima vez que me acerque por allí podamos compartir emociones sobre el trabajo con los menores y no sólo conceptos. Te agradezco a ti y a tus compañeros las palabras que me dedicas sobre mi generosidad. Un abrazo

Anónimo dijo...

Hola, buenas tardes,
Soy madre de un niño de casi 8 años adoptado hace 2 años y medio. Desde el principio ha sido un niño muy bueno, obediente y educado pero desde hace pocos meses ha cambiado la actitud y se ha vuelto respondón y nos falta al respeto constantemente cuando le decimos que haga algo. La situación nos está superando porque no sabemos cómo manejar el problema. Pensamos que todo viene por malas compañías en el cole; dos compañeras que le manejan a su antojo y cuando llega a casa imita lo que sufre en el cole. Todo esto lo hemos puesto en conocimiento de la dirección del colegio, pero no han tomado ninguna medida. Vemos pasar el tiempo, la actitud del niño empeora por momentos y ya apenas podemos hacemos con él.
Cómo podríamos gestionar estas salidas de tono constantes? Gracias por su atención y enhorabuena por su blog, me parece interesantísimo.

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola, os agradezco vuestros comentarios pero como muchas veces os he comentado, el blog no es un espacio para analizar los casos particulares. Por otro lado, no se puede saber que le ocurre a un niño sólo por la información vertida en un comentario. Para evaluar y orientar bien a las familias y a los niños hace falta tener un contacto directo y en vivo. Lo único que os puedo decir son dos cosas: 1, que la situación que vive con los compañeros le esta influyendo pero que explica sólo sus problemas probablemente en parte. Normalmente existen una multiplicidad de factores para explicar los problemas emocionales. 2, que si estáis desbordados debéis pedir ayuda profesional porque vuestro hijo necesita que le contengáis. Gracias por las palabras de elogio al blog.