La
entrada de esta semana es vivencial, hoy hablaré de este tema en base a mi
experiencia profesional.
En
el vídeo de la pasada semana “Zeitgeist moving forward” uno de los expertos -en
relación con el tema que vamos a abordar- decía lo siguiente: “En las plantas hay un proceso de adaptación
al medio en el cual van a desarrollarse. Para los humanos, la adaptación es a
la calidad de las relaciones sociales. Entonces, a una edad temprana, cómo eres
cuidado, cuánto conflicto hay, cuánta atención recibes es una muestra del tipo
de mundo en el que puedes estar creciendo. ¿Estás creciendo en un tipo de mundo
en el que tienes que pelear por lo que quieres conseguir, vigilar tu espalda,
valerte por ti mismo, aprender a no confiar en otros o estás creciendo en una
sociedad donde depender de la reciprocidad, la mutualidad, la cooperación… donde
la empatía es importante, donde tu seguridad depende de tener buenas relaciones
con otra gente? Y eso necesita un desarrollo muy diferente a nivel emocional y
cognitivo. De eso es de lo que se trata: la sensibilidad temprana. Y el ser
padre es un sistema de transmitir esa experiencia a los hijos, de la clase de
mundo en el que están”
Pensemos
ahora en tres menores de edad diferentes pero unidos por un mismo destino
adverso: la experiencia de los malos tratos y el abandono:
Iker
es un muchacho de nueve años. Adoptado por su madre a los siete años tras pasar
los mismos en su país de origen. Primero sufrió el abandono del padre biológico
que dejó a la madre con Iker y tres niñas más. Familia sumida en la pobreza más
absoluta y viviendo en una zona marginal de una gran urbe de Sudamérica, para
subsistir Iker, desde muy temprana edad, callejea con sus hermanos para pedir
limosna y traer algo de comida para sus bocas. La madre utiliza gran parte de
ese dinero para consumir alcohol. Los niños no están atendidos en sus
necesidades físicas. Además, cuando la madre está en estado de embriaguez,
grita y maltrata a los niños (les pega y les insulta, descargando su cólera
contra ellos) También les descuida, de tal manera que no supervisa su conducta.
La madre en estado de embriaguez se comporta de modo caótico e impredecible. Un
día, jugando, Iker tira una cazuela de un fogón y se quema la espalda
causándose graves quemaduras. Los niños tampoco tienen satisfechas las
necesidades emocionales ni de seguridad personal. Los servicios sociales
intervienen e Iker es ingresado en un orfanato de pésima calidad donde puede
comer una vez al día pero los educadores utilizan una disciplina basada en
hacer obedecer las normas mediante el castigo físico (pegarles con la
zapatilla) Ingresa en este orfanato con una de sus hermanas. Un día les llega
una oportunidad de adopción de un matrimonio europeo. Tras un periodo de prueba
quieren quedarse con la hermana de Iker pero no con éste porque tiene unas
alteraciones de conducta y un estilo de vinculación que no soportan. Se lo
dicen al propio iker el cual vive una experiencia de profundo rechazo que
ahonda más en la herida. Más adelante, encuentran la oportunidad de tener el
ambiente familiar seguro, estable, cohesivo y afectivo que necesitan: Iker y su
hermana son adoptados por una mamá y comienza una verdadera vida para ellos.
Adela
es una joven de 13 años que vivió sus cuatro primeros en un país de la Europa
de Este. Hija de una madre joven que ya tenía tres hijos más, ingresa nada más
nacer en un centro de acogida –pues la madre no podía hacerse cargo- donde
permanece hasta los cuatro años. Sufre la ruptura de contacto con su madre
biológica. En el centro de acogida tiene sus necesidades físicas cubiertas pero
los cuidados y la estimulación emocional debe de compartirlas con más niños y
niñas. El tipo de educación que recibe de las mujeres que educan a los niños de
ese centro es muy rígida, con una disciplina basada en el tiempo fuera y los
cachetes, si no obedecen. La cara de la niña en el momento de la adopción es
triste, según recuerdan sus padres adoptivos que lo son desde los cuatro años
de Adela.
Peter
es el mayor de cuatro hermanos que viven en un entorno familiar caracterizado
por la presencia física pero totalmente ausente -desde el punto de vista
emocional- de su padre. La madre presenta una depresión que cursa con consumo
excesivo de alcohol y juego patológico. Nadie atiende las necesidades
emocionales de los niños, que desde el punto de vista funcional más básico
están atendidos. Cuando el padre llega del trabajo, ambos progenitores discuten
enzarzándose en peleas por el gasto de dinero excesivo que hace la madre. Ésta
recrimina a su marido que no le ayude ni apoye en nada y la deje sola con los
niños y su crianza. Nadie escucha a estos niños, juega con ellos, interactúa,
se preocupa por sus deberes, les da explicaciones sobre la vida, fomenta el
lenguaje emocional y la empatía. La casa es un auténtico desierto emocional. Al
agravarse la situación en el hogar porque los niños dejan de tener la
supervisión básica funcional, las autoridades adoptan una medida de protección
y Peter pasa a residir en un centro de acogida de menores dado que tiene once
años y a su edad un acogimiento familiar es difícil que surja.
En
el primer caso, Iker es un muchacho habitualmente tranquilo, risueño y que
entra en relación social con sus compañeros y con los adultos con tranquilidad
y desde la reciprocidad. Sin embargo, cuando surge un conflicto, debe de tolerar
una frustración o se empecina en un punto de vista… ¡zas! bruscamente cambia de
comportamiento. Entra en un súbito y terrible estado de cólera que le lleva a
agredir violentamente a los niños o los adultos que estén a su alrededor en ese
momento. No puede entrar en razón ni calmarse porque parecería que se tratase
de otro Iker. Para poder terminar con su violencia desatada, indiscriminada y
peligrosa para él y los demás, un adulto fuerte y seguro debe de contenerle
físicamente hasta que rompe a llorar.
¿Qué
le pasa a Iker? Recordad la frase del principio: ¿Qué clase de mundo sintió
Iker desde que nació? ¿Qué quedó grabado en su memoria implícita? Desde muy
temprana edad, que el mundo es un lugar hostil y hay que estar preparado para
luchar o huir. ¿Qué fue posteriormente registrando su hipocampo? (órgano
responsable de la memoria episódica y verbal y de integrar la información
proveniente de la memoria emocional en un todo coherente, ubicando los sucesos
y acontecimientos en su contexto y tiempo): “soy malo”, “despreciable”, “merezco
ser humillado” y “estoy en peligro” Esto queda disociado en otro estado del yo
(que contiene el daño sufrido) y se activa en situaciones concretas del
presente que evocan esos contenidos. En una situación íntima e interpersonal
(con su madre o en la terapia) a veces se acerca y se aproxima, se muestra
cariñoso, colaborador, simpático… Pero si la relación se va tornando demasiado
íntima, se activan sus modelos de apego tempranos en los que quedó registrado
que puede ser dañado y entonces se aleja o se torna malhumorado e incluso
agresivo (comienza a pegar a la madre sin motivo alguno) El apego temprano que
se forjó fue de tipo desorganizado, el más grave y propio de ambientes
caóticos, violentos y donde se han vivido situaciones de terror intenso de las
cuales no se puede escapar.
Adela
sufre porque no tiene amigas. Siempre que comienza en un nuevo grupo empieza
muy bien. Exhibe adecuadas habilidades sociales para preguntar, responder,
intercambiar opiniones y hablar sobre gustos y aficiones. Puede conectar
emocionalmente, a veces, con las amigas y sentirse parte del grupo. Sin
embargo, Adela se siente internamente muy activada, inquieta, incluso con
cierto desasosiego. Eso le lleva a no regular sus emociones y controlar sus
impulsos. Se deja llevar por ellos. A veces, liga con el novio de una amiga,
sin poder controlarse. Le gusta ser el centro de los chicos. Cuando le
preguntan que por qué liga con el novio de una del grupo, que eso está mal,
Adela miente. Las chicas del grupo desmontan su mentira. Desde luego no es
la primera vez que Adela miente o que
exagera las cosas que cuenta (inventándose cosas grandiosas sobre su familia)
Ya le han cogido en varias mentiras. Por ello, las chicas del grupo comienzan a
llamarse entre ellas y a evitar estar con Adela. Y ésta, de nuevo, sola. Sabe
que no ha actuado bien, reconoce su problema ante el psicoterapeuta y le dice:
“¿Por qué siento esa activación dentro de mí, esa angustia en mi interior? Hace
que me altere y que no controle mis impulsos” “¿Por qué insisto en usar
mentiras y exagerar, presentarme como alguien que no soy ante los demás?” Este
tipo de apego temprano, en la línea de un apego ansioso-ambivalente, activa en
la relación social la evocación de no ser lo suficientemente querida y de temer
un abandono. Le lleva a activar un modelo interno de apego en el que está más
preocupada por su propia angustia y por ganarse la atención de los demás (para
tapar esa angustia) en una suerte de mecanismo de defensa inconsciente que le
da la fantasía de que no será abandonada porque duda de la disponibilidad del
otro, no está segura de que el otro sea alguien fiable. El modelo operativo que
se evoca en la relación con los demás contiene representaciones tipo: “no soy
lo suficientemente querible”; “pueden dejarme” Y termina por provocar
paradójicamente, lo que más teme: quedarse sin amigas.
Peter
se ha adaptado bien al piso de acogida en los aspectos funcionales y de orden y
cumplimiento básico de las normas. Sin embargo, no se relaciona con los
compañeros si no es sólo mediante alguna actividad: el ajedrez (su afición
favorita), los videojuegos o los comics. La preferencia son los objetos e
interactuar con los demás por medio de éstos. No parece tener necesidad de
tener amigos íntimos o cómplices con los que conectar emocionalmente y resonar
internamente. Los profesores le definen como adaptado a los estudios, alejado
de los compañeros y distante emocionalmente. En el centro de acogida mantiene
la distancia y rechaza hablar con los educadores de cómo le va, sus estudios y
los amigos. Cuando algún educador intenta ayudarle y apela a las emociones o
las relaciones, tratar de acercarse y conectar con cercanía, Peter pasa
absolutamente. Y si el educador insiste más, se puede volver irónico y
despreciativo con él. Excepto si alguien toca alguno de sus objetos preciados o
le desordena sus cosas. En esos casos estalla con un ataque de ira y se vuelve
violento. Este tipo de apego temprano es marcadamente evitativo. En las
relaciones con los otros se evoca la posibilidad de intimar, de que entren en
su interior. Entonces el mecanismo de defensa es evitar, alejarse e incluso
despreciar. Peter actúa como “alguien muy voraz que piensa que la comida no es
lo suficientemente buena”, como diría Wallin. Se cierra y se protege con estos
mecanismos porque en su momento fue rechazado emocionalmente cuando intentó
conectar con los demás.
Ahora
ya nos explicamos por qué los niños y adolescentes adoptados o acogidos con
experiencias de abandono y maltrato crónico a sus espaldas tienen tantas
dificultades para relacionarse con los demás. El cerebro es un órgano social,
preparado para entrar en relación con los demás. La neurociencia moderna da la
razón a Platón cuando afirmaba que el hombre es un ser social. Pero las
experiencias de vida graves que comprometen el desarrollo cerebral y mental de
las personas hacen que éstas tengan que adaptarse a lo que los cuidadores
tempranos les han ofrecido para poder sobrevivir, como decía el autor del vídeo
de Zeitgeist que os he citado al principio del post.
La
semana que viene veremos qué podemos ir haciendo para reparar estas tempranas
tendencias. Hay que tener en cuenta que cuanto más tiempo de maltrato y
abandono, más probabilidad de que se afiancen los esquemas tempranos de apego.
Pero aún y todo -y sin olvidar que algunos casos son graves y las secuelas son
permanentes (sólo podemos aspirar a lograr el mayor grado de adaptación
posible)- Cozolino nos dice que en neurociencia no hay nada escrito y que nunca
es tarde.
Termino
con esta frase de Siegel muy ilustrativa de cómo el cerebro se prepara y se
diseña para las posteriores relaciones sociales en la experiencia con los
primeros cuidadores: “Pensemos en un recién nacido. Cuando nace un bebé, ya está
listo para relacionar lo que ve en los demás con lo que hace él y siente en su
interior. Pero ¿qué pasa si los demás sintonizan con sus necesidades sólo en
raras ocasiones? ¿Qué pasa si en general sus padres no están a su disposición y
lo rechazan? Al principio la mente del niño se verá invadida por la confusión y
la frustración. Sin los momentos íntimos en los que se produce una conexión
sistemática con sus cuidadores, puede acabar siendo una persona sin visión de
la mente, sin comprender la importancia de unirse a otros. Aprendemos muy
temprano en la vida a usar nuestra conexión con las personas de confianza para
aliviar nuestra angustia interior. Eso constituye la base de una relación
afectiva segura. Pero si no recibimos una crianza así, nuestro cerebro tendrá
que adaptarse y arreglárselas como pueda…”
Y,
desgraciadamente, así han vivido muchos de los niños y jóvenes que tratamos a
diario en la consulta: arreglándoselas como pueden.
Hasta
la semana que viene.
Cuidaos
/ Zaindu
Espero la entrada de la semana que viene. ¡Qué triste me ha dejado la entrada de esta semana¡
ResponderEliminarHe pretendido que sea real pero no transmitir rendición. Lo digo en la entrada cuando menciono a Cozolino: ¡en neurociencia no hay nada escrito! Se puede y se debe trabajar con estos niños porque se pueden conseguir muchos logros. La semana que viene daré algunas pistas en este sentido. ¡Animo!
ResponderEliminarEn neurociencia no hay nada escrito quiere decir que nunca se puede decir "no hay nada que hacer" y "es tarde". En este sentido lo afirma Cozolino.
ResponderEliminarEs duro asumir que tu hijo siempre arrastrará muchos dolores: primero, el abandono y segundo, los infintos momentos de soledad ante el dolor de la crueldad de los orfanatos.
ResponderEliminarAyer mismo mi hijo ( en un momento de intimidad en la cama) me admitió que se sintío muy solo muchas veces: cuando nadie le consolaba cuando le insultaban o pegaban otros niños. Algo curioso es que antes, cuando llegó hace dos años ( él tenía 7) y lloraba visceralmente porque le regañaba, recuerdo que gritaba "papááááá". Supongo que así lloraba en el orfanato pensando que su papá en algún sitio podría oir su llanto e ir aconsolar su dolor. He de decir que soy monoparental y eso me dolía aún mas.
Yo sigo pensando que si no puedo aliviar su pasado, sí que puedo buscar soluciones para que él encuentre sus recursos personales para vivir en armonía consigo mismo.
He oído hablar del "Abrazo vincular" y terapia de "Constelaciones familiares". ¿Podría ser otra alternativa para ayudarlos?
Como siempre..., gracias por existir y dejarnos saber mas día a día.
Hola, gracias por tu comentario, me alegro de que el blog te aporte y te ayude a saber más día a dia. Respecto a lo que me preguntas, noche oído hablar nunca del abrazo vincular. Si de la psicoterapia basada en el vínculo de apego que es la que explicamos en este blog y la que mejores resultados da. Yo es la que recomiendo. Las constelaciones familiares he oído hablar de ellas pero no se si se aplican a niños.
EliminarDe verdad que lo necesito.....pero no tengo el ánimo ni la fuerza ni siquiera para leerlo. Tengo una niña adoptada desde los 9 años tiene 10 y ha sido una pesadilla, ya no sé qué hacer....es hiriente ofensiva, burlesca no tenemos como trabajar eso, me tiene agotada, Sé que es un proceso pero es una pesadilla…..no sé qué hacer….del hogar que viene tampoco la quieren de regreso….no sé que hacer…..
ResponderEliminarLo que yo haría es pedir ayuda profesional. Esas conductas hirientes pueden tener que ver con el daño que a nivel vincular puede tener. Hay que tratar de verlas como producto de un sufrimiento, no como ataques personales. Lleva solo un año contigo, eso es muy poco frente a los nueve en los que estuvo desprotegida o le faltó en demasía afecto, normas, permanencia de un adulto. La ayuda profesional puede evitar que tenga que vivir un nuevo abandono regresando de nuevo al hogar. Vosotros como familia necesitáis ayuda también para entender y saber tratar a la niña. Saludos.
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