lunes, 30 de mayo de 2011

"El abrigo de Pupa", un cuento fascinante




Hace un tiempo me propuse que, entre todos, hiciéramos un listado –comentado, a ser posible- de cuentos que nos parecieran interesantes y útiles por su valor terapéutico y educativo.


El cuento puede ser una metáfora para el niño a través de la cual se le puede ayudar a conocer y expresar sentimientos difíciles de exteriorizar de manera verbal directa. El niño se proyecta inconscientemente en el personaje, la situación o la historia y puede con ello facilitarle el trabajo de elaboración psicológica. También es una manera muy adecuada de facilitar la comprensión y aceptación de cuestiones complicadas de transmitir con las palabras. Y está muy indicado para niños traumatizados –como comentamos la pasada semana- que no tienen disponibles las palabras. Y también para personas (mayores o menores) que aprenden mejor visualmente.

Recientemente, Eduardo se ha pasado por el blog y en la entrada “Mis cuentos favoritos” ha dejado un extenso comentario informándonos de más cuentos que nos pueden ser útiles y ayudarnos en nuestro trabajo con los niños. Muchas gracias, Eduardo.

Hoy quiero hablaros del último cuento que he descubierto gracias a Merçe Pereira, colega y compañera del diplomado de formación especializada para psicoterapeutas infantiles organizado por el IFIV de Barcelona. Estuve –como sabéis- hace unas semanas impartiendo un módulo en el mencionado diplomado. En un descanso, departiendo con Merçe –siempre atenta a novedades en cuanto a materiales- me habló de un cuento al cual puso por las nubes por su valor para trabajar los miedos. Me refiero al cuento titulado: “El abrigo de Pupa” (Elena Ferrándiz. “El abrigo de Pupa”, Editorial Thule)

Con anterioridad, el blog Cuaderno de retazos ya lo mencionó. La autora de este fantástico y artístico blog – me encanta porque es tan diferente a otros, ejerce sobre el visitante un magnetismo especial- se refirió a este cuento indicando que le atrapó inmediatamente.

No puedo estar más de acuerdo: “El abrigo de Pupa” te captura, te subyuga (en el buen sentido), te seduce, te transporta… Con unos dibujos tan originales, con un colorido espectacular, con una estética onírica, el cuento te envuelve en una atmósfera puramente emocional. Es un acierto el escaso texto que tiene, el dibujo prima. Y es que para hablar de los miedos -que de eso trata el cuento-, es necesario que exista un impacto de la imagen, ella casi por sí misma se basta para narrar, pero la palabra que existe es contundente pues enuncia y espeta directamente los miedos. Incluso los que menos nos podríamos imaginar, pues no son sólo miedo a cosas concretas sino a aspectos más abstractos e intangibles.

"Cada mañana se colocaba el abrigo de los miedos, el que tenía desde pequeña y que había ido creciendo a la vez que ella", nos dice al principio la autora.

“Pupa se protege con su abrigo tejido de miedos. Por eso huye de telarañas con forma de corazón, vive atrapada en una concha de caracol, la acechan los árboles y le llueven relojes. A Pupa los miedos le impiden transformarse en lo que de verdad es”

La metáfora del abrigo es genial. Sólo puedo decirle a su autora, Elena Ferrándiz, que su cuento es sensacional. Me recuerda al peso, a la mochila, a la dura carga que el maltrato supone para muchos niños, adolescentes y adultos. Les deja esa sensación de miedo, de terror incluso, ese abrigo que no se pueden quitar hasta que… pueden atreverse a hacerlo sobre todo si se encuentran con personas que sean tutores de resiliencia para ellos y les provean de la energía, fuerza, coraje y ánimo suficientes para poder, al fin, quitarse ese abrigo. Reconocerse como víctimas, enfrentar el dolor y poder rehacerse desde la adversidad. Ser libres, como Pupa al final de la historia.

Y en la contraportada, la autora nos deja esta frase que a nadie dejará indiferente (y que ya es un tesoro en sí para dialogarla con los niños): “Aquello que la oruga llama el fin del mundo, el resto del mundo lo llama mariposa” (Lao Tse)

Pienso que es un libro apropiado para niños mayores (12 años reales), adolescentes y adultos. Me parece una manera excelente de poder entrar y suscitar un trabajo (hablar, dibujar a partir de lo que sintieron…) sobre los miedos que la autora introduce y que les interpela de lleno porque da en la diana de lo que interiormente viven.

Estoy seguro de que no os defraudará.

Mil gracias por esta picada, Merçe.

lunes, 23 de mayo de 2011

La técnica de la caja de arena: cómo ayudar a narrar a niños traumatizados

Sigo leyendo “El amor maternal” y pronto volveré con más contenidos y aplicaciones prácticas de lo que estamos aprendiendo con este libro. Hoy os propongo –es bueno variar los temas- que regresemos sobre una técnica de la que ya os hablé hace un tiempo pero que quiero retomar de nuevo porque me está aportando nuevas posibilidades.

Me refiero a la técnica de la caja de arena (sandplay, en inglés) La utilizo desde hace cinco años, cuando me formé en la misma en el diplomado de formación especializada para psicoterapeutas infantiles, de Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan.

 
La técnica la impulsa Dora Kalff, animada por el psicoanalista Jung, y la desarrolla y aplica desde este enfoque psicoterapéutico. En un anterior post hablé de esta técnica, y podéis remitiros al mismo (o a esta dirección de esta excelente página que la explica:http://www.adepac.org/P06-97.htm) para conocer con detalle aspectos concretos.

 
La uso desde la concepción y metodología propuestas por Eliana Gil (autora que me fue descubierta por la psicóloga chilena Josefina Martínez, de la Universidad Católica de Chile, con quien tuve la suerte de recibir formación en el diplomado), cuyos libros son todo un pozo de sabiduría para todo aquel que quiera trabajar eficazmente con niños y adolescentes traumatizados.
 
 
Precisamente la técnica me parece la más idónea para trabajar contenidos traumáticos cuando existen bloqueos emocionales que impiden al niño la verbalización. O para niños que no son hábiles o presentan un retraso del lenguaje de etiología diversa. El juego, por lo general, es el lenguaje del niño y aporta una narrativa que le permite liberar, expresar y simbolizar, desarrollando sentimientos de control, lo que le sucede y lo que vive en su interior. La caja de arena es como un juego aunque tiene matices diferentes. Los niños, generalmente, no dominan el lenguaje verbal como lo pueden hacer los adultos. Jugar con ellos, en cambio, es acercarse a la manera que ellos tienen de hablar y contar. La caja de arena podría insertarse dentro de este propósito porque es un lenguaje no verbal que aporta numerosos símbolos universales, y al niño se le hace fácil y accesible. Pero la técnica no sólo son los símbolos (muñecos, figuritas, miniaturas y todos aquellos elementos que también se convierten en símbolos como casas, puentes, árboles, vehículos, etc.) que equivaldrían a las palabras del diccionario. Es también una escenificación de todos esos elementos que suponen la gramática de la técnica. El niño, además, se sitúa en una postura que le convierte en sujeto que crea y construye (visión muy resiliente): un mundo imaginario, una escena, una historia, un cuento, una secuencia… Y la gramática supone narrar. Y ya sabemos la importancia que la narrativa tiene sobre todo para los niños que necesitan reconstruir su historia. Especialmente cuando lo que se narra está cargado de emociones dolorosas que permanecen disociadas, como en el caso de los niños traumatizados por la violencia u otros acontecimientos duros y sobrecargantes para la mente en desarrollo. La técnica ayuda a la integración del trauma.

 
He aquí, por tanto, lo mejor: que facilita, de un modo no invasivo y retraumatizante, la expresión, la narración y la integración de hechos muy difíciles de contar con las palabras por lo dolorosos que son. Además, el uso de un tercer elemento -como son los símbolos usados en la gramática de la caja-, le proveen al niño de un espacio seguro en el que proyectarse. Y aún más: le permiten representar (dar sentido y significado) en un mundo, en un universo, de fantasía o realidad, o a caballo entre los dos. Es resiliente desde el momento en que el niño transforma su dolor y lo expulsa, simbolizado, para que no le explote dentro. A la par, el terapeuta, con su facilitación, con su yo auxiliar para el niño, le acompaña en este proceso: ayudándole a poner palabras a lo representado, si puede (o no, pues no es estrictamente necesario) Pero lo que sí hace es auxiliar al niño en la creación y validar su trabajo. Y juega con él en la caja, si el niño se lo pide.

 
¿Os imagináis lo difícil que le puede resultar a un niño contar en palabras un maltrato sufrido? ¡Lo dolorosas que son las palabras, se clavan como cuchillos! Y además, el niño se puede alterar emocionalmente y hasta puede desregularse de una manera totalmente negativa. Es por ello (porque es un medio mucho más seguro y no retraumatizante) por lo que uso esta técnica. Porque permite representarlo de un modo que al niño le resulta más accesible y menos doloroso. El niño que ha vivido maltrato puede crear una escena –por ejemplo- en la que un T-Rex ataca a un poblado donde unos niños están, en una tienda de campaña, protegidos por unos soldados que tratan de matar al dinosaurio. Con esta metáfora –y conociendo la biografía del niño- ya sabemos que este mundo agresivo refleja el sentimiento de amenaza por la violencia temida y sufrida. Y desde aquí, desde esta escena, es más fácil para el niño expresar las emociones que sienten los personajes (miedo, rabia, vergüenza…) e, incluso, jugar con los elementos de la caja y observar qué dicen, cómo interactúan, qué final le da al niño a la historia (si se lo da), y muchos otros aspectos que pueden surgir.

 
Utilizo una variante personal de esta técnica –que no es la técnica en sí, conviene derjar claro- que me ha dado buenos resultados: usarla como herramienta auxiliar en la que apoyarse para crear un escenario que ayude al adulto a contarle al niño su historia de vida. Por ejemplo, en los niños adoptados, para narrar cómo era la vida de la familia antes de la adopción, cómo fueron en su búsqueda, cómo llegó a la familia… Es parecido a lo que algunos padres y madres adoptivos suelen utilizar -contarle al niño una historia o un cuento que, al final, es la propia historia del niño-. Sólo que escenificada y representada en la caja de arena. Es una manera de apoyar el relato que los padres hagan al niño. Antes de hacerlo, los padres han de saber que se pueden remover emociones y que han de estar preparados para contenerlas adecuadamente. En caso de duda, mejor ser precavidos y no hacer nada.

 
Los niños que presentan retraso mental o tienen un daño neurológico u otra patología que afecta al lenguaje, la atención, la regulación emocional o a las funciones ejecutivas, pueden beneficiarse también de esta técnica. He obtenido buenos resultados con ella para los que no pueden hacer una terapia verbal por estos motivos u otros. Y estos niños necesitan también que adecuemos nuestros modelos terapéuticos para poder beneficiarse de un tratamiento.

 
Guardo, como tesoros, cientos de fotografías de escenas de cajas de arena creadas por distintos niños, niñas y también adolescentes. Ninguna es remotamente parecida a otra. Refleja la singularidad propia de cada persona, que es todo un mundo. Y la que hace cada niño en distintos momentos de su vida puede ser completamente distinta. Refleja el proceso que lleva cada niño. Existe un libro que -desde la técnica de la caja de arena- explica el proceso de cada niño: desde las primeras cajas, donde se expresan los conflictos, pasando por las cajas en las que se enfrenta dicho conflicto para terminar en resoluciones en las que puede quedar patente que está haciendo un proceso resiliente, de rehacerse. El libro se llama Images of resiliency Lo podéis ver en esta dirección. No existe -que yo sepa- edición en español: http://www.amazon.com/Images-Resiliency-Troubled-Children-Language/dp/0966235703

 
Como toda técnica, hay que elegir bien el momento de su aplicación teniendo en cuenta las características, edad madurativa y proceso que el niño está realizando. Y sobre todo, el niño debe estar bien estabilizado sintomática y conductualmente y los padres o cuidadores dispuestos y preparados para poder contener adecuadamente las emociones que puedan surgir y cómo las puede expresar (estallidos de rabia, reacciones agresivas, de ansiedad...) Los niños que presentan características que hacen pensar en la existencia de un trauma, o bien están muy embotados e hipoactivados o presentan hiperactivación de sus emociones. Como dicen los expertos en trauma, antes de exponer al niño al trabajo de los contenidos traumáticos para integrarlos en su historia, es necesario BAJO TODO CONCEPTO, estabilizarlos primero y no proceder a esta tarea hasta que no hayan desarrollado recursos autorregulatorios de sus estados internos.


lunes, 16 de mayo de 2011

Del diplomado y de los temas tratados: la expresión de las emociones y la orientación al profesorado que trabaja con niños con trastornos del apego


Esta semana, cambio de tercio: como ya comenté, voy a hablaros del Diplomado de Formación Especializada para Psicoterapeutas Infantiles organizado por el IFIV (Instituto de Formación e Investigación-Acción sobre la Violencia y sus Consecuencias), de Barcelona, dirigido por Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan.


Este diplomado comenzó su andadura en el año 2004 y tuve el inmenso privilegio de ser seleccionado, junto con otros compañeros/as de todo el estado, como alumno. Durante cuatro veranos -una semana por verano- con un total de 200 horas -incluyendo la supervisión de casos-, pude aprender los fundamentos teóricos y prácticos para trabajar con niños y adolescentes víctimas de abandono, malos tratos y/o abuso sexual.

Hasta entonces había estado aplicando uno de los modelos clásicos de psicoterapia en mi trabajo con estos niños: la psicoterapia cognitivo-conductual. En ella me había formado y, evidentemente, operaba de acuerdo a lo aprendido. No es que esta psicoterapia (u otras como la sistémica, psicodinámica, guestáltica…) no sea válida. No es eso lo que quiero decir. Lo que sucede es que, por sí solas, resultan insuficientes. Pero, por supuesto, hay desarrollos teóricos y técnicas -de cada uno de estos modelos psicoterapéuticos- indicadas para el tratamiento de estos niños y adolescentes.

La gran innovación del diplomado radica en integrar en un modelo teórico-práctico las aportaciones de todas las escuelas psicoterapéuticas y darles un enfoque vertebrado –como denominador común- en torno a la teoría del apego, la psicología del trauma, la resiliencia y los descubrimientos de la neurociencia como grandes ejes en torno a los cuales pivota todo. Además, hemos de añadir el conocimiento y la experiencia de Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan -los cuales han tratado multitud de casos-, y también los instrumentos de evaluación y técnicas propias diseñados por ellos en su proceso de investigación-acción.

Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan han consagrado sus vidas al estudio, investigación y tratamiento de niños y adolescentes, adultos y familias víctimas de la violencia y el abandono, de los traumas como las guerras, la pobreza, los genocidios… Son profesionales experimentados y prestigiosos, autores de numerosos libros, que han sido capaces de desarrollar un modelo teórico y práctico propio que integra y recoge -como decimos- las influencias y las aportaciones de la neurociencia más actual, de los teóricos del apego, de los autores más renombrados en el estudio del trauma y de los distintos enfoques y corrientes psicoterapéuticas.

El Diplomado –que ya va por su tercera promoción- prepara al alumno para adquirir las competencias psicoterapéuticas específicas que se requieren para el tratamiento de los niños y adolescentes víctimas de malos tratos. Las técnicas se trabajan y se experimentan vivencialmente dentro de todo el diplomado, se aprenden haciéndolas.

El grupo ofrece un espacio ideal para el aprendizaje y el desarrollo profesional, así como para establecer lazos de amistad con otros colegas que trabajan en distintas áreas de la protección a la infancia. El grupo nutre por sí mismo, y es otra fuente de crecimiento, ya que el formato es en grupo pequeño. En mi experiencia en el diplomado, aprendí muchísimo de los profesionales con los que compartí la formación. Con algunos de ellos, estreché lazos y surgió una amistad que se mantiene.

Poco después de terminar el diplomado, me ofrecieron ser profesor/colaborador para la impartición de algunos módulos. ¡Así pues, imaginaos mi alegría y satisfacción por esta consideración!

Esta semana pasada me correspondía co-animar -junto con Maryorie Dantagnan- un módulo con los profesionales del segundo curso.

El módulo lo dedicamos a dos aspectos que consideramos fundamentales: (1) Profundizamos en las técnicas de conocimiento y expresión de las emociones que, ya sabéis, en los niños víctimas de malos tratos -especialmente los que han vivido esa dura experiencia en los primeros años de vida-, o bien se produce una desconexión e inhibición o bien una hiperactivación. La regulación de las emociones y de las respuestas fisiológicas automáticas se producen en los primeros años de vida, cuando el cuidador favorece con sus cuidados el equilibrio cerebral suficiente para que los neurotransmisores (las sustancias que interconectan las neuronas) fundamentales (la dopamina y la serotonina) funcionen adecuadamente. Genéticamente podemos tener una predisposición a ser más reactivos o menos. Pero eso es -permítaseme la metáfora- la carne “cruda” Y lo importante es cómo se “cuece” esa carne. El cuidador es quien la cuece adecuadamente. Si el padre, la madre o la persona que está a cargo del niño o niña es capaz de calmar y cuidar bien al bebé, se sabe que estas pautas de buenos tratos regulan los sistemas de neurotransmisión, y esta tendencia quedará instalada para el futuro. Así lo expone Sue Gerhardt en su libro “el amor maternal”.

Por ello, ayudar al niño con técnicas que le enseñen a conocer, expresar y, por lo tanto, a regular sus emociones es un trabajo prioritario a realizar y mantener durante toda la psicoterapia, pues les ayuda a un mejor conocimiento de sí mismos, favorece una adaptación más positiva y les enseña recursos psicológicos y fisiológicos para hacer frente a los factores estresantes, a los cuales son más vulnerables. El trabajo regulatorio es crucial y prioritario en niños con trauma, pues un abordaje de los contenidos traumáticos sin que el niño tenga recursos regulatorios previos puede ser totalmente contraproducente y retraumatizante. El menor debe aprender a calmar su cuerpo, pues es en él donde radican las emociones.

El segundo (2) aspecto al que dedicamos gran parte de la jornada fue a cómo orientar y formar adecuadamente al profesorado y orientadores escolares que trabajan educativamente con estos niños. Lo consideramos una de las piedras angulares, pues el profesor/a puede ser esa persona que provea al niño de una experiencia escolar que fomente su resiliencia. No somos ajenos a las dificultades que los/as profesores/as tienen cuando trabajan con estos niños y por ello la formación y orientación a los mismos es uno de los elementos que debemos incorporar a la psicoterapia, como un engranaje importantísimo. Coordinarse e ir a una con los profesionales escolares es vital para que el niño tenga la estructura que le facilite reparar su daño. Nos centramos en las pautas del libro de Heather Geddes, “el apego en el aula", Editorial Graó, del cual ya hemos hablado en este blog hace unos meses.

Con esta participación, me despedí de los alumnos/as de segundo curso, de quienes guardo un grato recuerdo y a quienes no digo “adiós” sino “hasta luego” porque nos hemos de ver. A todos/as muchas gracias y decirles que he aprendido muchísimo de todas las innumerables experiencias, libros, conocimientos, técnicas… que han aportado y, sobre todo, que he disfrutado mucho de la convivencia con ellos/as.

Por cierto, que el plazo de matrícula para el Diplomado 2011-12 ya está abierto. A los que estén interesados en apuntarse porque quieren formarse o profundizar en el trabajo psicoterapéutico con niños que arrastran la pesada carga del maltrato, les animo a hacerlo por la calidad del mismo. Ya hay bastantes personas inscritas, y las plazas son limitadas, así que es mejor reservar sitio cuanto antes. Para más información:

IFIV Barcelona. Preguntar por Marina Mas
Avda. República Argentina, 6, 4º 2ª
08023 Barcelona
Tel.: 93 238 57 60

La semana que viene estaré de nuevo con todos/as vosotros/as para seguir hablando, comentando y reflexionando sobre todos estos temas que nos apasionan y que tanto nos ayudan en nuestro trabajo diario.

lunes, 9 de mayo de 2011

El adulto como "abrigo emocional estabilizador"

Os vengo hablando del libro “El amor maternal”, de la autora Sue Gerhardt -el cual continúo leyendo-, cuya finalidad es la de transmitirnos los descubrimientos que la neurociencia pone en nuestras manos para hacernos conscientes de la trascendencia que las primeras experiencias de vida tienen en la construcción del cerebro/mente. Tiene la gran cualidad de ser un libro didáctico: sabe explicar conceptos difíciles y ofrecerlos de una manera clara y sencilla pero sin perder un ápice de rigor, y así poder llegar tanto al neófito como al especialista.

La pasada semana os anuncié que en base a este libro se pueden deducir una serie de pautas de trabajo para quienes educan, crían y disfrutan de la experiencia de aprendizaje que supone ayudar a los niños y niñas que soportan la pesada carga del maltrato. Estas pautas están especialmente dirigidas a las personas que trabajan con niños cuyas experiencias subóptimas de apego las han vivido entre los 0 y los 3 años, bien por separaciones y rupturas de contacto o bien porque han padecido malos tratos y/o abandono.

La primera fotografía no verbal, las primeras impresiones que alteran el cerebro de estos niños -tan sensible, tan inmaduro y vulnerable a los agentes ambientales psicotóxicos-, serán de angustia, miedo, agresividad… y quedarán grabadas en la memoria procedimental, en lo que se presiente antes de que se puedan poner palabras a las experiencias. No han contado con la presencia de un adulto regulador y filtro estabilizador que ayude al niño a recuperar su estado emocional interno. Como decía la autora en el libro: “Un bebé experimenta sentimientos globales de desconsuelo o satisfacción, de molestia o bienestar, pero procesa estos sentimientos sin complejidades ni matices, ya que aún no posee la capacidad mental para procesar informaciones complejas. Pero mientras se apoya en los adultos para manejar las situaciones que se le presentan en un intento de disminuir las molestias y aumentar el bienestar, va entrando, poco a poco, en el mundo que le rodea" (págs. 30-31)

El bebé que no se ha podido apoyar lo suficiente en un adulto –o no se ha podido apoyar nada- para disminuir las molestias internas- es probable –insisto, sólo probable- que de niño (segunda infancia) tenga grandes dificultades para regular su actividad, emociones e impulsos… solo.
Y por ello, cuando el maestro o el padre/madre adoptivo/a o acogedor/a convive con el niño que de bebé no contó con este “abrigo emocional estabilizador” - el adulto que es competente cuidando (capaz de proteger y regular al niño)-, observará que tiene dificultades para realizar muchas tareas cotidianas solo, que tiene dificultades para controlar sus emociones e impulsos, que le cuesta tolerar la frustración, que está permanentemente activado, como con un motor, o a la inversa, hipoactivado. Es muy fácil que se despisten, se olviden de sus obligaciones, se salten las normas, incurran en conflictos… y que cuando se les cuestiona: “¿por qué te pasa eso?” no sean capaces de poder explicarlo. No hay que interpretar que “nos toman el pelo” sino que no saben explicarse lo que les ocurre. En otra ocasión ya hablé de la importancia de no etiquetar al niño negativamente cuando su problema es que no puede. Irá construyendo una identidad de “niño malo”

Normalmente, los padres y educadores tiran de freno, de límite: castigos, privaciones, sanciones, reconvenciones… Ya sabéis lo que en general opino de esto, sobre todo desde que hice formación especializada en el trabajo con estos niños: no me parece que son pautas adecuadas (algunas veces se puede decir, incluso, que son retraumatizantes) para quienes han sufrido experiencias de abandono y malos tratos. Los niños que provienen de contextos en los que han faltado las figuras adultas en demasía, no se benefician de pautas normativas tradicionales. Las pautas normativas tradicionales funcionan –y no siempre- con niños cuyos cimientos –el apego- están sólidamente construidos. Y digo no siempre porque el afecto es insustituible. Familia en la que sólo importa la norma, familia en la que los niños crecerán con un estilo de ser carenciado en muchos aspectos de su vida.

¿Qué propongo, pues? ¿No ponerle normas, dejar que campe a sus anchas? No por cierto. Si leemos despacio la frase del libro de Sue Gerhardt, nos damos cuenta de cuál debe ser el componente fundamental que el niño necesita para ir reparando su cerebro social alterado por las primeras experiencias sobrecargantes, cuando era bebé. Leedlo despacio, por favor: “Pero mientras se apoya en los adultos para manejar las situaciones que se le presentan en un intento de disminuir las molestias y aumentar el bienestar, va entrando, poco a poco, en el mundo que le rodea"

Para entrar en el mundo que le rodea (que es un mundo social, y entender los hábitos y las normas y el funcionamiento adulto) ha de apoyarse en los adultos. Si no se pudo apoyar de bebé, se tiene que apoyar ahora para que hagamos, de más mayor, lo que no se hizo -o se hizo mal-cuando era bebé.

Y para ello, hay que construir una relación de apego. Sólo así el niño confiará, se regulará y estará más preparado para lo normativo. Pero si empezamos por lo normativo y pretendemos que funcione solo y nos obsesionamos con los hábitos, los estudios, los deberes… estamos empezando la casa por el tejado.

Y para construir una relación de apego debemos primar dos aspectos: (1) La estructura y predectibilidad: ordenar el día anunciando verbalmente cómo está organizado el mismo, anticipando verbalmente lo que se va a ir encontrando, estando con el niño y acompañándole en lo que no pueda hacer solo. Organización y orden es lo que necesitan. Pero un orden organizado-flexible. Y, sobre todo: (2) Un adulto regulador, que sepa calmar al niño, que le tranquilice, que le frene sin tener que usar estrategias coercitivas y que comprenda que, si no responde adecuadamente a los desafíos del día a día, es por falta de capacidad de contención. En suma, un adulto en el cual el niño, poco a poco, vaya apoyándose y adquiriendo las herramientas de autorregulación en la medida en que las vaya aprendiendo y experimentando con aquél. Hacer con el niño mayor lo que no se hizo cuando era bebé o reparar lo que se hizo mal y le desreguló. Esto supone, en la práctica, actuar con calma –pero con seguridad- ante miles de situaciones de la vida cotidiana en las que los niños se descontrolan por falta de habilidades. Y –no me quiero olvidar- ayudar también al menor con la reparación: si algo malo generó o provocó su acción, el adulto le alienta, le anima, le explica y le enseña a reparar porque es lo que desarrolla la empatía. Esta es la mejor manera de interiorizar las normas.

Termino con este vídeo que mi amiga y maestra en psicoterapia, Maryorie Dantagnan, me enseñó para ilustrarme la importancia de la relación cuidador-a/niño. Vale más que mil palabras. La enorme importancia de la comunicación sintonizada bebé/adulto para desarrollar un apego seguro que son los cimientos de todo, incluida la capacidad sana de socializarse. Imaginaos si esto que le sucede a este bebé es continuado, más dañino aún (pues supone agresión física o verbal) y sobre todo nadie lo repara. Porque esta madre lo repara y el bebé se recupera bien. El vídeo podéis verlo en este enlace: http://www.youtube.com/watch?v=apzXGEbZht0 A mí me impresiona.

La semana que viene os cuento cómo fue la formación en el diplomado del IFIV de Barcelona.

martes, 3 de mayo de 2011

La importancia de la edad bebé

Gracias a Mei, he descubierto, alborozado, un libro que me está resultando fascinante. No más he leído el primer capítulo y mi satisfacción va en aumento, con unas ganas enormes de sacar otro rato para volver sobre su lectura. Gracias, Mei, por proporcionarme esta “picada” tan buena.

Me estoy refiriendo a "El amor maternal" Un libro genial de una autora llamada Sue Gerhardt, psicoterapeuta de orientación psicodinámica –pero abierta a otras corrientes terapéuticas y neurocientíficas- que centra su explicación acerca de cómo llegamos a ser quienes somos no en el psicoanálisis ortodoxo y su teoría pulsional sino en las más modernas teorías sobre el desarrollo psicobiológico del ser humano. La neurociencia recoge cada vez más evidencias de que nuestro cerebro es un cerebro social y que nuestra mente se construye en interacción y conexión con otras mentes. “Mentes creando mentes”, dice el admirado Siegel. Lo fundamental para explicar el desarrollo humano no son, pues, las pulsiones sino los modelos relacionales que construimos en nuestra mente a partir de una experiencia de relación con los cuidadores primarios; en suma, a partir del establecimiento de un vínculo de apego.

“El libro que todo médico, maestro, progenitor, profesional o personalidad política debería leer”- nos dicen en la portada. Y, en verdad, no exageran. Estoy convencido de que si los políticos se decidieran a aplicar los conocimientos desarrollados en este libro sobre la extrema importancia de los primeros años (somos bebés y no nos acordamos conscientemente, pero hemos vivido experiencias, sensaciones, imágenes… que han quedado grabadas en nuestra memoria procedimental y que nos influyen inconscientemente, todo lo que ha quedado impreso y ha cincelado nuestra mente y cerebro proporcionándonos las primeras sensaciones y emociones físicas y psicológicas sobre cómo nos representamos a los demás y lo que esperamos de ellos, la confianza, seguridad, confort, capacidad de tranquilizarnos… y que configuran en una gran parte nuestras reacciones adultas) vividos en relación con el cuidador primario, el mundo funcionaría de un modo más justo y más humano. Puede sonar atrevido, pero si se trabajara a fondo con las personas (las madres, los padres y todos los que tienen bebés a su cargo) para sensibilizarles e incluso entrenarles (especialmente a los que, por diversas causas, están imposibilitados para saber hacerlo) en aprender a ser cuidadores sensibles (interpretar adecuadamente los mensajes que el niño emite para que se atienda su necesidad), disponibles y coherentes, pienso que nos iría muchísimo mejor a todos los niveles en los que nos relacionamos. El mundo funcionaría mejor, estoy seguro. Es por ello por lo que la autora realiza sesiones de psicoterapia madre-bebé. Porque tratar esta relación es trabajar para que el niño (la casa) tenga una estructura (cimientos) sólida que disminuiría la probabilidad de muchos trastornos, problemas, derrumbes, reacciones violentas, maltratos, hacerse daño… en la vida adulta. Vamos, creo que el hombre sería menos lobo para el hombre. Son los buenos tratos que mi admirado Jorge Barudy nos ha explicado muchas veces que son los nutrientes que todo niño necesita para desarrollarse sanamente.

En el primer capítulo Sue Gerhardt nos habla, precisamente, de esto. El libro comienza con: “Los cimientos: el bebé y su cerebro” La autora nos llama la atención de un mundo relacional fascinante, digno de que nos sentemos a contemplarlo y degustarlo: la relación madre/hijo. Esa conexión existente, esa unión, esa sintonía afectiva, esa comunicación verbal y no verbal sigue siendo lo más bello e impresionante ¿Qué ocurre dentro del bebé? La autora nos dice que ninguno lo recordamos; y que, incluso, cuando hablamos de nuestra biografía, ésta incluye un relato y unas referencias de lugares, personas, hechos… pero nunca se alude a esta etapa bebé. Es un mundo del que carecemos de recuerdo consciente pero en nuestra forma de actuar, sentir… se conserva mucho de este periodo.

Sue Gerhardt ahonda en esta etapa desde sus conocimientos y práctica profesional con madres y bebés. Y nos dice –entre otras muchísimas cosas interesantísimas y apasionantes- unas palabras que quiero remarcar aquí y que os pongo a continuación. Porque la semana que viene - a partir de lo que esta autora propone- desarrollaré unas pautas de trabajo para padres adoptivos, profesores, educadores, profesionales… con niños que tienen unos cimientos que se tambalean, que han pasado por una edad bebé que marca su posteriores dificultades en las relaciones interpersonales. Porque la adecuada relación con la madre nos prepara para conocer nuestras emociones, regularlas y aprender a conocer las de los demás, esto es, hace de nuestro cerebro un cerebro preparado y diseñado para la socialización, si la relación ha sido de apego óptimo o seguro. Porque con estos niños, pienso, hay que centrarse prioritariamente en darles las herramientas emocionales que no recibieron de bebés, tratar de reparar este nivel. Con toda la dificultad que supone. Por ello, primero tenemos que enseñarles a ser. Y enseñarles a ser supone enseñarles a ser sociales. Y a ser sociales se aprende conociendo las emociones propias y las de los demás: etiquetarlas, regularlas, expresarlas… Antes de que aprendan las matemáticas, a comer sin hacer ruido o a dejar su habitación ordenada –por poner unos ejemplos cotidianos- tenemos que prepararlos emocionalmente y después estarán más listos para poder alcanzar esos otros logros normativos. Y, normalmente, priorizamos el que "funcionen" Pero para funcionar hay que pasar por este proceso relacional-emocional.

Dice Sue Gerhardt: "Durante los primeros meses de vida, el organismo busca el nivel normal de excitación, estableciendo el punto adecuado de estimulación que todos los sistemas intentarán mantener. Cuando los niveles suben o bajan respecto al nivel normal de excitación, los sistemas entran en acción para recuperar el nivel o estado normal.






Pero lo que se ha de establecer en primer lugar es cuál ha de ser este nivel normal, y ello corresponde al proceso de socialización. El bebé no puede lograrlo por sí solo sino que ha de coordinar sus sistemas con los de las personas de su alrededor (…) Los bebés bien cuidados esperan del mundo que les rodea que sea receptivo a sus sentimientos y que les ayude a volver a un nivel normal cuando se presentan intensos estados de excitación en este caso, mediante la experiencia de lo que hacen sus progenitores aprenden a hacerlo por sí mismos.

Un bebé experimenta sentimientos globales de desconsuelo o satisfacción, de molestia o bienestar, pero procesa estos sentimientos sin complejidades ni matices, ya que aún no posee la capacidad mental para procesar informaciones complejas. Pero mientras se apoya en los adultos para manejar las situaciones que se le presentan en un intento de disminuir las molestias y aumentar el bienestar, va entrando, poco a poco, en el mundo que le rodea"
(págs. 30-31)

A este libro le vamos a sacar mucho jugo.

POST SCRIPTUM: Esta semana acudo al Diplomado de Formación Especializada para Psicoterapeutas Infantiles que dirigen Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan, neuropsiquiatra y psicoterapeuta familiar y psicoterapeuta infantil, respectivamente. Expertos en el tratamiento psicológico y educativo de los niños víctimas de abandono, malos tratos, negligencia, abusos... que pueden padecer alteraciones en el vínculo de apego y trauma. Voy a participar como co-animador en una sesión con los alumnos de la 2ª promoción.

Este Diplomado es una excelente formación teórico práctica-profesional y vivencial en grupo reducido, donde se aprenden las bases teóricas y conceptos fundamentales para todos los psicólogos y psiquiatras que trabajan y que quieran formarse en modelos de tratamiento psicoterapéutico adaptados al sufrimiento infantil. Las técnicas -y otros muchos contenidos- se trabajan, aprenden y vivencian en formato taller donde la participación activa, la comunicación, el diálogo y el intercambio con el grupo y los animadores del mismo es la piedra angular de todo el proceso de aprendizaje. Una oportunidad única para formarse con los prestigiosos profesionales Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan. Os contaré en el blog esta maravillosa experiencia de aprendizaje.

Para más información sobre el Diplomado, dirigíos a:

IFIV Barcelona

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